Desde el pueblecito de Vega, del concejo de Ribadesella, escribo estas líneas, con la mayor mesura de que soy capaz, y francamente preocupado por el abandono al que esta aldea, de poco más de medio centenar de habitantes, se ve sometida tanto por las autoridades municipales como por las autonómicas, durante los veranos, ante la invasión de bañistas a nuestra playa, en número que, en algún domingo, se ha acercado a los cinco mil, mucho más de las posibilidades de absorción del parking provisorio dispuesto para este uso, y que con frecuencia dobla el de los contabilizados en el arenal de Santa Marina de Ribadesella, cuyo censo pasa de los 6.000 residentes fijos.

El caso es que los fines de semana veraniegos esta parroquia se transforma en una ciudad sin ley. Los automóviles atascan la villa en todas sus calles, impidiendo a sus moradores la normal actividad, e incluso el acceso, en su caso, de vehículos de urgencias que pudieran ser requeridos. La velocidad con que los coches de los excursionistas acceden al pueblo y las peligrosas maniobras que llevan a cabo con el ansia de encontrar un lugar prioritario de aparcamiento ponen en riesgo tanto a los moradores de Vega como a los residentes del próximo camping, obligados a marchar hasta la playa por la carretera con sus pertrechos y familia, e incluso a los peregrinos del Camino de Santiago, que por cierto recorre Vega de punta a punta.

El excelentísimo Ayuntamiento de Ribadesella considera un "lujo" enviarnos un par de policías municipales para establecer el orden, y argumenta que, además, la carretera de acceso y la principal del pueblo no son de su incumbencia y le corresponden al Principado (lo de siempre), en tanto que el Gobierno del Principado ha abandonado la idea de construir una variante que dirija los vehículos a la playa directamente, sin pasar por el pueblo, diseño que contaba, ya en 2009, con dinero, proyecto y terreno, pues las fincas afectadas ya fueron expropiadas desde entonces. ¿Qué fue de aquel proyecto y de aquel dinero? Nunca más se supo.

Naturalmente el gobierno tripartito actual ni sabrá que existió semejante trazado. Recordemos que ya hace casi veinte siglos Roma demostró que los triunviratos no sólo no fueron capaces de resolver los problemas atrasados de la República romana, sino que las ambiciones y corruptelas personalistas acabaron llevando el invento al valle de los leprosos a golpe de estaca.

No le quepa la menor duda de que antes o después tendrá lugar un accidente en Vega, se ve venir, momento en que resultará oportuna una querella contra la Administración, la que sea, o ambas, por negligencia dolosa, con el consiguiente escándalo a cuestas.

Comprenderá que no soy tan ingenuo como para pretender que me sea respondida esta epístola, ni siquiera que se lea con interés por parte de los responsables políticos competentes (quiero decir a aquellos a los que competa este tema). Volveré, entonces, a insistir con otra similar durante el periodo preelectoral.

De todas formas, muy agradecido por su atención.