¿Qué os pasa, queridos compañeros de vida? ¿Por qué ese empeño en atacar, día sí y día también, matar? a las mujeres? ¿Qué os está pasando? ¿Qué inventadas razones os obligan a querer demostrar que sois los más fuertes, los amos, los dueños, los poseedores, los elegidos por alguna divinidad, para dominar el mundo y a la mitad de su población, a las humanas?

Comimos de la manzana, tentadas por una serpiente (no podía ser un gato, ni un perro, ya veis? ) y fuimos desterradas del paraíso. Nos visten de rosa, porque es el color de las niñas, el que nos identifica como sexo femenino, y nadie osa vestirnos de azul no vaya a ser que nos cuelguen ya, tan pequeñas, eso de que somos unas "marimachos" (pero vosotros, de mayores, sí os ponéis prendas de ese color, porque ¡ya se sabe!, vosotros podéis vestir como os da la real gana). Nos venden la moto de que necesitamos usar maquillaje, porque de ese modo estamos más guapas, más sexis (nunca he entendido qué significa exactamente esta palabra) más atractivas para vosotros y que así ligaremos más. Nos invitan, desde esa gran industria llamada "moda", a vestirnos todas iguales, a recorrer tiendas y tiendas para encontrar aquella prenda que, nos guste o no, si no la llevas, la masa borreguil es capaz de rechazarte, de aislarte por antigua. Nos obligan a entrar en una talla en la que, salvo por enfermedad, jamás sería la nuestra, y aún no hemos sido capaces de convenceros de que las mujeres que pasean por nuestras calles sí son mujeres reales y no esos esqueletos andantes, hambrientos (en el amplio sentido de la palabra) de un reconocimiento que no les aporta nada como personas. Nos preparan, todavía, para ser perfectas amas de casa (que palabras más caducas) excelentes madres, buenas esposas, cuidadoras y, si es posible, que conciliemos la vida familiar con la vida laboral (soy de las que creo que con la conciliación nos han metido un gran gol?).

Nos han prohibido disfrutar de nuestra sexualidad, sí. ¿Es que no somos seres humanos, personas de carne y hueso que sentimos, amamos, deseamos, queremos, gozamos? como vosotros? Vosotros y esta pacata (solo para nosotras) sociedad nos habéis dicho que no, que a nosotras no nos está permitido tener la libertad de la que vosotros disfrutáis, que el sexo es malo (de nuevo, solo para nosotras, claro) y que únicamente estará a nuestro alcance cuando nos casemos y que, además, si se nos ocurriera contravenir esta norma, vosotros (siempre vosotros) nos consideraréis unas zorras, unas putas, unas chicas "ligeras de cascos" (¿qué querrá decir esto?) porque lo lógico, lo normal, es entregarse solamente a quien nos coloque un anillo el día de nuestra boda; hasta ese momento, ni tocarlo.

Nos han convencido de que estamos capacitadas para estar en política, en puestos de responsabilidad en grandes empresas, y hasta tenemos una Ley de Igualdad cuya pretensión es esa: que la representación equilibrada nos haga iguales, aunque todas sabemos que el trecho que separa nuestros sueldos de los vuestros -por desarrollar el mismo trabajo- es abismal.

Respecto a la política? sí, estamos, se nos ve. Pero ¿se nos escucha? Y como se nos ha enseñado a ser obedientes, sumisas, calladas y sufridas, cuando el macho animal nos agrede, insulta, humilla y veja, callamos, aguantamos, silenciamos, justificamos, todo con tal de que ni menores ni mayores (familia) se enteren de lo que está pasando y, mucho menos, la vecindad; porque ya se sabe que algo habremos hecho para que el "pobre hombre" haya tenido un mal momento.

Y cuando llegamos a una cierta edad (¿50, 60, 70...? las que lo consiguen) cansadas, entregadas, vencidas, lloradas, maltratadas, usadas, rotas, atacadas, invisibles para esta sociedad ciega y muda que ha conseguido convertirnos en meros objetos de uso cotidiano, engranaje de una gran cadena de producción de coste cero, nos daremos cuenta de que hemos perdido nuestro tiempo, nuestra salud, nuestros conocimientos, nuestra alegría y toda nuestra vida en agradaros. Nos daremos cuenta de que hemos hipotecado lo mejor de nosotras mismas, nuestra identidad, por un mal llamado "amor" que ninguno de vosotros entenderéis nunca.