En la tarde-noche del pasado 2 de septiembre y en plena fiesta de San Lázaro, perdí por accidente mi cartera en un banco de la calle Cardenal Arce Ochotorena, donde vivo. Tres horas después noté la pérdida y lógicamente me sobrevino el disgusto por mi torpeza.

Lamentaba los ciento y pocos euros (que buena falta me harían), pero sobre todo los documentos y recuerdos entrañables que ya no volvería a ver. Manteniendo la esperanza de recuperar al menos los documentos, ese mismo día fui a la Policía Nacional y posteriormente un par de veces a la oficina de objetos perdidos.

El 11 de octubre, más de un mes después, recibí una llamada que a estas alturas ya casi ni esperaba. El policía al otro lado de la línea me comunicaba que tenían mi cartera en la Jefatura de la Policía Nacional.

Acudí inmediatamente y allí descubrí con asombro que no sólo tenían la cartera, sino que en ella permanecía todo el dinero y demás, tal y como estaba cuando la perdí. Y con orgullo el oficial me suelta: "Esto sólo pasa en España". Tengo que coincidir y aún más especificaría, en Asturias. Muchas gracias a quien quiera que la encontró y, preservando su contenido, la entregó a la Policía.

Gracias por la honestidad y Dios quiera que disfrute de mucha salud. Llegue a usted mi más sincero agradecimiento, que ojalá pudiese ofrecerle personalmente.