Con indignación y escándalo he leído en LA NUEVA ESPAÑA unas declaraciones de Kike Figaredo que me han decepcionado de forma lamentable.

No sé si por la influencia de mi santo patrono (San Francisco Javier), siempre he sentido un alto respeto y admiración por los misioneros.

He asistido a la conferencia en Oviedo del obispo de Camboya, a la presentación de un libro en honor del citado obispo, y ahora leo con estupor unas manifestaciones sobre su primo Rato, ejemplo de la inmoralidad económica de este país: una defensa a ultranza de su primo. Yo comprendo que el cariño familiar es una cosa importante, pero inmiscuirse en defensa de un personajillo público que reúne todos los elementos de corrupción y descaro del señor Rato, por medio de un hombre en teoría volcado en su vida con los más necesitados, me hace dudar de su integridad moral, y me deja perplejo y estupefacto, tirando abajo toda mi anterior admiración. Sólo me resta decir "zapatero a tus zapatos". O mejor estabas calladín, no sea que piense que tu obra esté manchada por dinero corrupto.