Borja Casillas quería polémica y ahí la tiene, servida en bandeja. Y la tiene porque ha saltado una línea roja que tendría que ser infranqueable. La línea roja del respeto, que es la base del entendimiento de los seres humanos.

Lo mejor es que nos dice que "no quería ni herir ni ofender a nadie". Pues señor Casillas, ha conseguido las dos cosas: polémica y ofender. Y los ofendidos o las críticas no vienen sólo de los obispos o de la jerarquía, sino que llegan también de cristianos de a pie, que hay muchos; porque no confunda los términos, Borja Casillas, la religión no es historia. La religión, por si no lo sabe, forma parte de la historia, de la cultura de las civilizaciones. El hecho religioso, el que sea, está en la esencia misma del ser humano. ¿Qué supone para un asturiano, del color que sea, la Santina, o para un andaluz la Virgen del Rocío o la Macarena? Si España, dijo Juan Pablo II en una de sus visitas, "es tierra de María"?

Además, ¿qué hubiera pasado, Borja Casillas, si el travestido en lugar de la Virgen que terminó siendo Jesucristo hubiera sido Mahoma? (Cosa que tampoco aplaudo, claro). Posiblemente, en ese caso me dijera que la religión ya no fuera historia, o posiblemente formulara la libertad de expresión de otra manera. Asimismo, de haber sido Mahoma el ofendido, quizás a estas alturas Las Palmas de Gran Canaria hubieran saltado por los aires (con usted incluido) y todos estaríamos lamentando las consecuencias y diciendo "yo soy Las Palmas".

Por tanto, lo que ha hecho Borja Casillas y los que le han dado el premio a la gala "Drag Queen" del Carnaval de Las Palmas es -como poco- faltar al respeto a un montón de personas que procuran trabajar, cumplir mejor o peor con sus obligaciones, cuidar a su familia, ayudar al prójimo, perdonar. Y ahí nos duele, porque como muchos cristianos están acostumbrados a poner la otra mejilla y mezclan ese buenismo con un concepto equivocado de tolerancia universal parece que aquí no pasa nada, pero pasa.

Y yo me pregunto: un Carnaval, aunque sea eso, Carnaval, que falta al respeto, a la verdad, al buen gusto, ¿puede promover este tipo de galas, otorgándoles, además, el premio? Si por lo menos este hecho nos hiciera pensar, algo bueno sacaríamos de todo esto.