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Ventanal

Menos políticos

La proliferación de cargos públicos, consejeros, asesores y demás asimilados

Cuando se habla de reorganizar nuestra Administración Pública, señalando sus defectos de complejidad, gigantismo, entrecruce de competencias y locura reglamentaria, salta igualmente como perversión de la misma la abrumadora intromisión política. Cualquier actividad de la sociedad civil, económica, social, cultural, deportiva, está más o menos condicionada, o contaminada, por la presencia de una ideología, la que sea y su correspondiente servidor. Estilo incompatible con una sociedad libre y desarrollada. Aquí hemos pasado de apalear políticos a dejar que se metan en nuestras mesas y camas.

Según información que tiene su origen en un estudio de la Presidencia del Gobierno, España es el país con mayor número de políticos con cargos públicos por habitante de toda Europa. En el informe se señala que tenemos 300.000 políticos más que Alemania y el doble que Francia o Italia. Se cifra en 445.000 los políticos que ocupan cargos, de variada índole, no solamente en el área de la Administración, central, autonómica y local, sino en diferentes instituciones y organismos como empresas públicas, fundaciones, agencias, etcétera. En todas ellas superponiéndose a los funcionarios de plantilla. También se alude a los 40.000 "puestos de confianza", nombrados por exclusiva vinculación política.

Ahora los políticos los tenemos por todas las partes y la conclusión es que su número es excesivo. Algunos cifran en 250.000 los que debieran apuntarse al paro o a un ERE con todas las garantías. Una medida de tal estilo supondría, y no sería demagogia, además de un importante ahorro que podría dedicarse a remediar temas como la dependencia, pobreza infantil, subsidios a desempleados de larga duración, sanidad, etcétera al aligeramiento de la carga de tanta intromisión política, con la consiguiente mayor diligencia administrativa.

Hay que señalar a los partidos como los principales responsables de este desproporcionado aumento del "homo politicus", al haber favorecido e incluso implantado la gestión pública como "modus vivendi", a perpetuarse en el cargo e incluso darle carácter patrimonial y trasmisible. También es verdad que sobran políticos porque no hay otra actividad en la que desde los niveles más bajos se pueda llegar a los más altos, sin otra habilidad que el manejo provechoso y sin escrúpulos de la estructura del propio partido. Tampoco se distingue la función por exigencias de mérito y experiencia, como se demanda en la actividad privada, más bien abunda la mediocridad.

Se ha dicho que sobran políticos y falta Política. Así, con mayúsculas.

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