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Exconcejal de Educación

David Gutiérrez: in memóriam

Un hombre volcado con la vida social y cultural de Llaranes y del resto de Avilés

Un escueto mensaje de mi colega Vicente, tantos años director del Colegio Público Quirinal: "Román, se nos ha muerto David; ha sido ahora mismo, todavía no lo han bajado al tanatorio, avisa a Yolanda". Llevaba tiempo luchando contra la enfermedad y, aunque yo pensé siempre que saldría adelante, hace unas semanas, cuando hablé con Berta, su mujer, ella ya me hizo ver que la cosa estaba muy delicada. Luego otros compañeros y amigos me fueron informando de su ingreso en el hospital y de la rápida y mala evolución de la enfermedad, hasta el punto de que tanto su hija María, como su hijo David, habían regresado a Avilés desde Andalucía y Chile, respectivamente, porque el desenlace se esperaba inminente. No obstante, a mí me parece increíble, no puedo hacerme a la idea de que se nos haya ido, me resisto a admitirlo de forma desesperada.

No recuerdo cuando conocí a David. Somos colegas de profesión y ha sido tal la sintonía que hemos mantenido que me parece que siempre nos conocimos, que siempre fuimos amigos. Porque David rezumaba bonhomía y amistad. Cuando llegué al Ayuntamiento como concejal, en el año 1999, hacía muchos años que David y yo nos tratábamos. Él había nacido en San Juan "de la parte de allá" y yo en Miranda, pero los dos estudiamos y accedimos más o menos a un tiempo a la carrera docente. Dos vidas, por tanto, paralelas en cuanto a la actividad e inquietud profesional. Por nuestro oficio de docentes, fueron muchas las ocasiones en que coincidimos y ello nos llevó a trabar una buena amistad, que se reforzó con mi acceso a la dirección del Centro de Profesores de Avilés, institución con la que David colaboró activamente. Luego, en 1999, ya como concejal de Educación, recuerdo que le visité en Llaranes, al comienzo del mandato, para preguntarle por las necesidades de su centro. Él, con su "sorna" característica me dijo: "Mira Román, ya sabes lo que te aprecio y el valor que doy a lo que estás haciendo. Te daré la lista de necesidades pero, la verdad, no espero mucho, puesto que esta operación ya se hizo más veces por otros concejales y, al final, todo queda en nada o en muy poco". Pasado el tiempo siempre me lo recordaba, para recalcar que todo lo que había pedido, se había hecho, a excepción de la "boina deportiva" para el patio, cosa que dejé acordada mediante un convenio con la Consejería y que ya ejecutaría mi sucesora en la concejalía, Yolanda Alonso.

David luchó por su colegio de Llaranes, centro que tenía la característica de tener dos edificios, el del Monte Cauribo y el del río Eo, y ser ambos auténticas joyas arquitectónicas, diseñadas por Clavo en los años 50 del pasado siglo. Pero no solo trabajó por conservar físicamente los edificios en las mejores condiciones, sino por adaptar las instalaciones a las necesidades pedagógicas que la evolución de los tiempos iban exigiendo (aulas de música, de informática, instalaciones deportivas, biblioteca...), sino por modernizar los métodos pedagógicos y conectar el centro con el entorno, para lo cual diseñó una página web conteniendo toda su historia y actividades. También hizo de la participación del colegio en las actividades solidarias del barrio de Llaranes un santo y seña de su gestión y, por ello, acogía en las instalaciones a todas las entidades para que pudiesen utilizarlas sin problemas en el horario extraescolar. Las numerosas veces que acudí al Colegio pude comprobar, personalmente, el cariño que le profesaban sus alumnos, pero también los padres y madres y, por supuesto, sus compañeros docentes.

Pero David no era solo un gran profesional que dedicaba al colegio todo el tiempo que éste necesitaba, sin importarle si era festivo, vacación o fuera de horario, sino que aprovechaba su vida para poder también practicar el deporte que le apasionaba: el tenis. Sí, el tenis, no el pádel, actividad a la que denominaba con ironía algo así como un infradeporte. Al tenis jugaba con los amigos por las tardes, en San Cristóbal, y casi siempre ganaba. Y esto era así porque o bien ese día jugaba mejor que sus rivales o, cuando esto no sucedía, con su buen humor característico, empezaba a soltarles chistes o comentarios y razonamientos, entre jugada y jugada, que les hacían partirse de risa y, al final, perdían la concentración necesaria y David acababa ganándolos. Así era David, siempre alegre, siempre optimista y siempre haciendo reír o sonreír con sus cosas a los demás. Cosas que decía, por supuesto, muy serio.

Pero también tenía tiempo para el teatro y para la música, era un clásico en las funciones de los ciclos de la Fundación y podías encontrarlo con seguridad en cualquier evento cultural que se celebrase en la ciudad. Siempre con Berta, su mujer, y, en muchas ocasiones, con otros amigos que gozaban con su compañía.

Otras pasiones de David fueron la cerámica y la plástica. Calculo el vacío que va a dejar en la Factoría Cultural. Ya en la antigua Escuela de Cerámica, David era un asiduo. Recuerdo cuando fuimos juntos a la escuela de Sama de Grado a llevar un mural que había realizado con un grupo de ceramistas de la Escuela. Ese colegio de Grado tiene una magnífica colección de azulejos con pasajes del Quijote y con motivo del día del libro la Escuela de Cerámica había organizado la actividad del mural en la que David, como siempre, fue uno de los principales impulsores. Él siempre organizando actividades y siempre dando esa nota de alegría, de jovialidad. Muchas personas acudían a las actividades de cerámica, porque les gustaba evidentemente, pero porque estaba David, y eso era ya para nota, algo que no se podía encontrar en ningún otro sitio. Cerámica y David al lado, como estar en el Paraíso. Por ello, me viene a la mente un pensamiento que no puedo resistirme a plasmar en papel; sí, pienso que el Primer Alfarero, estaba echando de menos también tener a David al lado, para que le alegrase un poco la vida, en medio de tanta desgracia que hay en el mundo y, por ello, nos lo ha reclamado para llevárselo consigo.

Pienso también en sus hijos David y María, de los que estaba tan orgulloso; siempre que nos veíamos intercambiábamos información de nuestros hijos e hijas respectivos. No se cómo deciros, Berta, María y David, cuanto siento que se haya ido. No encuentro palabras que puedan contener dentro de ellas mis sentimientos. Querido amigo David, nos has dejado huérfanos a todos. ¿Cómo podremos superar tu ausencia? El hueco que dejas será para nosotros muy difícil de llenar. Descansa en paz, querido amigo.

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