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Abogado

Un hachazo del 10%

Fue pasar Reyes y payasas para encadenar subidas de precios en la vida diaria. La panadería donde compro el habitual pan nuestro de cada día, de un euro, a uno diez. Así, un diez por ciento por la cara. El IPC, eso de la inflación, quedó a fin de año a cero, quizás un poco menos, no lo he visto publicado oficialmente, nada que ver con el subidón del puñetero cacho de hogaza. Les pongo otro ejemplo. La cafetería a la que acude mi madre y donde cobraban por un café un euro y veinte céntimos, ahora tiene que abonar diez céntimos más. Otra subida, ésta de un ocho por ciento. Encima el café es peor y la leche lleva más espuma. En todo esto hay una curiosidad en la que debemos fijarnos, algo muy viejo y que aun así se repite siempre. Cuanto más pequeño sea el precio del producto o servicio, la subida correspondiente es proporcionalmente mayor. Por ejemplo, la entidad que a mí me sirve telefonía, internet y televisión me ha subido un par de euros la factura, algo así como el tres por ciento, en mi caso. Claro que tal recibo lo pago una vez al mes, pero el pan lo compro treinta veces al mes, es decir, tres euros más. Lo mismo con el café.

¿Cuántos productos como el café y el pan se adquieren cada día? Pues eso. Subidas de ese porcentaje son una mano ajena en nuestro bolsillo, un comportamiento propio del delincuente al que llaman ladrón y al delito robo.

Y ahora les cuento lo del iceberg. No lo hago para intentar enfriar el ánimo de estos comerciantes ladrones, lo comento para meter el dedo en el ojo a los forofos del cambio climático. Está publicado en una revista que se llama "Nature Geoscience", la tienen en nuestra lengua, el español. Desde que los icebergs vienen derritiéndose algo más de la cuenta de lo habitual conocido, los agoreros prevén la desaparición de nuestra especie. Pues parece ser que eso es bueno; no nuestra desaparición, pero sí ese calentamiento que provoca el derretimiento, pues las aguas vertidas contienen hierro y nutrientes que fertilizan el mar. Además contribuye a la desaparición del famoso CO2 de la atmósfera, toda vez que tales aguas ayudan a la fijación del carbono. Parece que la naturaleza tiene esos resortes que la empujan al equilibrio, lo que le falta a los Al Gores y su corte de cenizos.

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