Andan los pasteleros de Luanco y Candás con ganas de que nadie les dé un bocado a sus respectivas marañuelas, y razones no les faltan. La iniciativa para proteger con la etiqueta de "indicación geográfica" su producto más preciado no es un empacho a localismo, como algunos se han lanzado a decir, sino que busca reconocer lo propio para que nadie les coma la moral. No es de buen gusto que en algunas gasolineras de Zamora se ofrezcan pastas de chocolate bajo el cartel de "marañuelas hechas en Asturias", como cuenta un conocido panadero de la comarca. Son timos tan indigestos como éste los que han motivado el movimiento ciudadano que pide preservar la esencia de los dulces por definición del Cabo Peñas, y que ya ha recogido cientos de firmas. Ahora, sólo falta que a los políticos no se les llene la boca con promesas a destiempo y arrimen el hombro cuando toque para que la jugada salga redonda.
