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El derecho de las víctimas

La gestión de las libertades en el ámbito democrático europeo para proteger a los ciudadanos de los fanáticos terroristas

Es difícil acercarse a este tema sin caer en la demagogia, ser acusado de poner cortapisas a la libertad o no ser lo suficientemente demócrata. Pero a pesar de todo ello, quiero desde aquí pedir de manera encarecida la misma garantía democrática para las víctimas que para sus asesinos.

Después de los últimos atentados terroristas ocurridos en Europa, lo único que hemos sacado en claro los habitantes del continente es que debemos enterrar a nuestros muertos en silencio, sin dejar ver nuestra impotencia y nuestra rabia, no sea que nos tilden de faltos de tolerancia e inclinados hacia la Europa más ultra y conservadora.

Se está debatiendo en Francia en las últimas semanas sonre la posibilidad de la pérdida de la nacionalidad de aquellos que teniendo doble nacionalidad se unan a las filas del ISIS o de cualquier otro grupo terrorista y quieran volver al país después de pasar por los campos de adiestramiento de esas organizaciones. Es imposible cuantificar cuantas de esas personas lo hicieron, lo hacen y lo harán a lo largo del tiempo, pero los países deben y tienen la obligación de proteger a sus ciudadanos y habitantes, a ser posible sin que los derechos de unos signifiquen la falta de derechos de otros. Pero, ¿y si hubiera que elegir? ¿ Y si no se pudiera conjugar todas las libertades? ¿Estarían los estados dispuestos a mantener las libertades de unos a costa de la vida de otros?, ¿lo estarían aquellos que preconizan la libertad a cualquier precio? La pregunta no es baladí, en la respuesta nos jugamos una vez más el futuro de Europa.

Los atentados terroristas han coincidido en el tiempo con la crisis de refugiados y parece que criticar a los terroristas se entendiera como una crítica a los centenares de miles de refugiados que tratan de huir de una guerra que parece no tener fin, y en la que Europa no juega ningún papel excepto el de acogida. Esa es una reflexión torticera, que trata de envolver en el totum revolutum una tragedia que a todos afecta, y que no tendrá solución sin una solución global. El papel que debería de tener Europa en este asunto sería el de poner el contrapunto de sensatez (buscando soluciones que acaben con esa sangría ) y que parece faltar en el resto de actores que se quieren repartir los despojos de Siria como si de hienas se tratara.

La política exterior de la Unión Europea fue cuestionada desde el momento que permitió a Alemania la política de puertas abiertas, pero una vez más se plegó a las decisiones del imperio, aún a sabiendas de que abriría una brecha que socavaría a la propia Unión como así está sucediendo; Schengen ha saltado por los aires y será muy difícil que se vuelva a componer ese espacio de nuevo. Hoy tenemos toda la hipocresía y demagogia de los medios de comunicación y bienintencionados varios alentando este sinsentido, alentando la entrada indiscriminada de ciudadanos para los que no hay una solución a corto plazo, y que con el paso del tiempo convertirán su fracaso e impotencia en rabia y desesperación, poniendo a prueba toda la resistencia democrática y las libertades en Europa, unas libertades que no se olvide, no ha sido fácil de conseguir, y mucho menos de mantener.

¿Estará Europa preparada para la implantación de las ideas más radicales a costa de la vida de ciudadanos de a pie? No tenían estos ciudadanos derecho a estar en un concierto, en una cafetería, en un restaurante, a tomar un metro, un avión. ¿Por qué las libertades de sus asesinos son más importantes que la suya? ¿Por qué los derechos de los asesinos son más importante que el de sus víctimas?

Francia está tomando decisiones que aparentemente no están gustando ni dentro ni fuera del país, pero solo aparentemente; en realidad, la protección de los ciudadanos, de todos los ciudadanos franceses y no franceses que habitan en el país, es una garantía de libertad y convivencia ahora y en el futuro.

La democracia no es la supremacía de unas ideas sobre otras, ni la protección del derecho de los que creyéndose en posesión de la verdad absoluta tratan de imponerla a sangre y fuego en detrimento del derecho de sus víctimas. Los terroristas desposeídos de toda idea de libertad juegan en su nombre para aprovecharse de sus ventajas haciendo dudar a los demócratas de que las medidas de protección contra ellos son un menoscabo de la propia libertad. No deberíamos caer en esa trampa, la libertad es el derecho a convivir en paz, a convivir en la creencia de que la libertad de unos comienza donde acaba la de otros, en el respeto del que no piensa igual, y en la apertura de canales de entendimiento entre iguales sin imposiciones ni amenazas. Europa debe de mantenerse firme en la defensa de sus libertades, incluso a pesar de ella misma.

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