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El paso del trapero

Elecciones culturales

El escaso apoyo político a la creación española

Según el "II Informe sobre el Estado de la Cultura en España: la salida digital" de la Fundación Alternativas, en el periodo 2008-2014 el sector representó entre el 3,5% y el 4% del Productor Interior Bruto, produciéndose, en estos años de la crisis, un descenso en el consumo de cinco mil millones de euros. Pues bien a pesar de la importancia económica de los sectores culturales, de que la cultura ayuda a construir un imaginario colectivo, una identidad, los partidos políticos apenas llevan medidas en sus programas y escasamente le dedicaron dos minutos en sus debates y mítines.

Ojeando las promesas electorales, el PP apuesta por la protección del idioma español, impulsar la Red de Museos en España y mantener el IVA súper reducido para libros y revistas. Y coincide con el resto de fuerzas políticas en la necesidad de un Estatuto del artista. Para el PSOE es necesario recuperar el Ministerio de Cultura, apostando por la pluralidad lingüística, además de promover una Ley de Mecenazgo y la bajada del IVA, que pasaría del 21 al 10%. Para Unidos Podemos, se precisa crear el Ministerio de Cultura y Comunicación, que integraría a la Asamblea de Profesionales de la Cultura y el Observatorio Ciudadano de la Cultura, reducir el IVA cultural, promover un acuerdo para la Ley de Mecenazgo y reformar la Ley de Propiedad Intelectual, la Ley del Cine, la Ley de las Artes Escénicas y la Ley de la Música. Para Ciudadanos, resulta prioritario recuperar el Ministerio de Cultura, reducir el IVA y reformar la Ley de Propiedad Intelectual.

La ya citada Fundación Alternativas ha editado, coordinado por Enrique Bustamante, un interesante "Informe sobre el estado de la cultura en España 2016. La cultura como motor del cambio", accesible desde internet, en el que diversos especialistas afrontan los retos de los diferentes sectores y las políticas necesarias para el cambio. El informe concluye con una encuesta realizada a un centenar de agentes culturales. Resulta imposible sintetizar toda la resultados pero, tras suspender las políticas culturales en España con una puntuación 4,6, reclaman una mayor diversidad de la oferta, sostenibilidad financiera, apoyo a la diversidad y el pluralismo, la defensa de una remuneración justa para el autor, permitir y estimular corrientes innovadoras, el respeto a la autonomía de la cultura, a su función de estimular el tejido de la producción, a su papel para generar nuevos públicos y el apoyo a las redes digitales que reducen los costes de la cultura y permiten su democratización.

Pero resulta desalentador que cuando ya se ha cumplido el primer aniversario de las últimas elecciones municipales y autonómicas, continúan las injerencias políticas en la gestión cultural. Se trate de la vieja o la nueva casta ambas coinciden en los mismos vicios. No hay que irse a Madrid o Barcelona para comprobar la carencia de autonomía cultural, basta con mirar a nuestro alrededor para observar la merma en innovación creativa, el ascenso de los arribistas y la apuesta por un modelo cultural populista, no entendido a la manera de Chantal Mouffe como construcción de una voluntad colectiva, sino como vuelta a una idea de cultura que valora de igual manera al profesional que al amateur, que desprecia la experimentación, la diferencia y contrae el hecho cultural, reduciéndolo a temas turísticos, económicos o festivos. Y si pronto no lo remediamos será muy tarde para evitar la caída en un inmenso agujero negro de estulticia.

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