Se ha puesto de moda -otra vez- el llamado turismo industrial, una variante que el Principado saca de la chistera según conviene pero sobre la que nunca acaba de centrar sus esfuerzos. El pasado sábado, sin ir más lejos, el consejero del ramo, Francisco Blanco, esbozó las directrices del proyecto marco turístico que ha diseñado el Gobierno y ahí aparece el turismo industrial como eje a potenciar. Pues que bien, a ver si alguno de estos años alguien se entera en los despachos de la Consejería de la existencia, por ejemplo, del Museo de la Mina de Arnao y del archivo de la Real Compañía Asturiana de Minas. Ya puestos, va siendo hora de aclarar qué se va a hacer con el ingente patrimonio industrial avilesino lánguido y herrumbroso. El boom fabril que sacudió la comarca en los tres últimos cuartos de siglo proporciona mimbres para muchos hacer muchos cestos, pero algo me dice que faltan artesanos que los trencen.
