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Vita brevis

Elecciones

El empacho que tenemos en España de convocatorias a las urnas

Dentro de nuestro país está extendido el chascarrillo de que los andaluces se pasan el día de juerga. Los europeos norteños extienden ese tópico a todos los españoles, pues muchos creen que somos gentes que andamos siempre de fiesta, sin distinción de nacionalidades, regiones, provincias, comarcas, partidos judiciales, municipios o pueblos. Aquí mismo también hay personas industriosas que asumen esa opinión y que piensan que en España hay demasiados días festivos.

Parece ser que, según las sesudas estadísticas, se trata de una falacia, probablemente biznieta de la Leyenda Negra, que fue aquella propaganda infame y falsa que, con gran eficacia, construyeron las potencias europeas enemigas y envidiosas del Imperio Hispánico. Dicen los estudios sociológicos que los españoles trabajan más horas que los europeos del Norte, aunque aseguran que menos productivamente, que es cosa que ignoro cómo puede medirse si no es con trazo grueso y, por tanto, con un inmenso margen de error. De modo que de holgazanes, nada. La prueba está en lo bien valorados que son los trabajadores españoles en el extranjero, sea en la vendimia francesa, sea poniendo inyecciones en las clínicas de la pérfida Albión.

A pesar de todo, me da a mí el barrunto de que España va a acabar siendo el país más festivo del mundo. Algunos que son un poco cursis dicen que las elecciones son la fiesta de la democracia. Siendo así no cabe duda de que últimamente somos un pueblo en permanente orgía democrática. En muy poco tiempo llevamos un rosario de elecciones que no cesa, y la que te rondaré, morena. No nos repusimos de la resaca de las europeas e, inmediatamente, nos lanzamos a las andaluzas, seguimos con las municipales, luego las catalanas, después las generales con doblete y, sin recuperar el resuello, llegamos a las gallegas, que depende o no, y las vascongadas, en las que se decide el color de la boina. ¿Qué cree, que se acaban ahí los festejos? Ca, hombre, que ya está a las puertas el triplete de las generales, que si Dios no lo remedia será una fiesta de la democracia por todo lo alto, con sopa de pescado y langostinos, con mazapanes y turrón del duro y del blando, con zambomba y almirez. "Esta noche es Nochebuena / y mañana Navidad, / saca tu voto, María / que tienes que ir a votar".

La Marimorena está ya ensayando el villancico electoral. Le ha puesto a ello don Pedro Sánchez, con el eminente asesoramiento del doctor César Luena, que tiene mucha experiencia en estas cosas, ya que ha ostentado cargos en el socialismo desde que fue destetado tempranamente y, por ello, le quedó cara de buzón de correos con gafas, que siempre dan un aire muy intelectual. Dicen que este César, que no es Borja, es el Maquiavelo de Bobadilla, que algunos maliciosos lo escriben en minúscula y sin diminutivo, pero que es el nombre del pueblo en que nació, que está en Logroño, cuna de Castilla, aunque ahora es una autonomía con nombre de vino. Ya ven, casi paisano de Gonzalo de Berceo, el de la cuaderna vía del mester de clerecía. "Quiero fer una prosa en romanz paladino, / en qual suele el pueblo fablar con so vezino; / ca non so tan letrado por fer otro latino. / Bien valdrá, commo creo, un vaso de bon vino". De La Rioja, naturalmente.

Pues, hale, vayamos preparando el festín de la democracia que nos espera en Navidad. Pero mira cómo votan los peces en el río, votan y votan y vuelven a votar. Porque no se vaya a creer que ahí se va a acabar el festival. En junio del año próximo volveremos a ello y, así, sucesivamente hasta perder la memoria de la enésima vez que nos citen a las urnas. Lo bueno es que, con tanta elección, no nos suben los impuestos.

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