La Jira al Pantano de Trasona, a punto de cumplir los sesenta años, continúa siendo un espacio emblemático, un lugar de la memoria, un punto de encuentro colectivo. La Jira, creada a instancias del paternalismo empresarial de la antigua Ensidesa, pronto sólo tuvo un único dueño: la ciudadanía, que por primera vez se reunía en una fiesta a la que toda la juventud acudía caminando. Daba igual que la dictadura quisiera domesticar el Día de los Trabajadores con paradas deportivas y con un mal entendido folclore. El ciudadano acudía a las riberas del pantano, sólo o en compañía, para reunirse con familia, amigos... Todos convecinos. Y en ese encuentro festivo, cómo no, también era inevitable el intercambio de consignas, de acciones, contra la dictadura, no lo olvidemos. La aglomeración (aquellas caravanas, aquellos miles y miles de trabajadores que la dictadura quería ver como simples productores) propiciaba el acto reivindicativo, el acto transgresor que socialistas, comunistas, anarquistas, demócratas de toda clase y condición, deseaban, necesitaban...
Hoy, y desde hace más de cuarenta años, más tiempo que el que duró la dictadura, las cosas han cambiado. La Jira es un acto de reafirmación cívica, trufado de lo que siempre fue: un punto de encuentro familiar, con los amigos... No obstante, resulta curioso constatar una vez más que las circunstancias objetivas (la crisis, el paro, la corrupción, la extrema derecha amenazando...) propician que los romeros más comprometidos compartan su no más rotundo a tanto recorte de derechos en día especialmente señalado...
Y es que el 1 de Mayo, Día del Trabajo, una vez más, la ciudadanía tiene un espacio para el reencuentro, con su presente, con la memoria, con el futuro, en el Pantano de Trasona.
