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Un nuevo Dreyfus

El cineasta Cyrille Martin siembra dudas razonables sobre la autoría del 11-M

Cumplidos13 años de la mayor matanza terrorista en nuestro país -y lamentablemente otra vez con el alma encogida por el reciente acontecimiento de Manchester-, el cineasta francés Cyrille Martin ha reabierto el debate publicando un documental con el título "Un nuevo Dreyfus, Jamal Zougam ¿chivo expiatorio del 11 M?"

El título está inspirado en Alfred Dreyfus, un militar francés de origen judío, víctima en 1894 de una sentencia judicial malintencionada por la que fue condenado a cadena perpetua por alta traición después de haber sido acusado falsamente de entregar documentación secreta a los alemanes. Intelectuales franceses como Emile Zola y su familia, convencidos de la arbitrariedad de la sentencia, mantuvieron vivo el caso para probar la inocencia de Dreyfus, hasta que se comprobó que él no era el culpable y quedó en libertad a finales de 1899.

Como autor material de la masacre en los trenes de cercanías de Madrid, Jamal Zougam cumple condena en prisión hasta 2044. ¿Se trata de un nuevo Alfred Dreyfus? El propósito de Cyrille Martin, según sus declaraciones es "reabrir el debate sobre el 11-M desde un punto de vista de izquierdas y de lucha contra el racismo y la islamofobia", considerando que este sentimiento es utilizado en la actualidad de forma similar al antisemitismo en otras épocas. En su documental, examina durante cerca de hora y media una a una las pruebas, las declaraciones testificales y los informes policiales, concluyendo que la versión oficial de la masacre tiene tantas deficiencias que no puede sostenerse por ninguna parte.

Como sé que no dispongo de la totalidad del periódico, me he limitado a reflejar solamente de forma muy somera cinco enigmas significativos de esta tragedia,

Los explosivos. ¿Cómo es posible que los trenes se comenzaran a achatarrar menos de 72 horas después de las explosiones? ¿Por qué no se enviaron inmediatamente, como determina el protocolo, las muestras recogidas en los focos de explosión a la Policía Científica poseedora del laboratorio adecuado para una analítica precisa? ¿Por qué no se adjuntaron al sumario actas de las muestras recogidas en los trenes? A día de hoy no conocemos con certeza el explosivo utilizado y la película de Cyrille Martin repasa las contradicciones en el juicio a la hora de identificarlo. La versión oficial de que fue Goma2-ECO no encaja en absoluto con la aparición de componentes de los que carece, como la nitroglicerina que sí está presente en el Titadyn, explosivo empleado comúnmente por ETA.

La mochila de Vallecas. Martin dedica especial atención a lo que denomina "extraña bolsa", la famosa mochila aparecida en la comisaría de Puente de Vallecas, que fue considerada como una de las colocadas por los terroristas y constituyó una prueba clave sobre la que se sustentó la sentencia, ya que a partir de ella se llegó al locutorio del marroquí Jamal Zougam y al piso de Leganés. Realmente, no hay constancia en todo el sumario del testimonio de alguien que la viera en la estación del Pozo, de la que supuestamente procedía, ni en la comisaría de Villa de Vallecas, ni en el IFEMA, tanatorio improvisado aquel día. La mochila contenía metralla, que no apareció en ninguna de las víctimas, y no estaba preparada para estallar pues había dos cables sueltos entre el detonador y el teléfono que al sonar el despertador propiciaría la explosión. El teléfono pierde la hora asignada a la alarma cuando se retira la batería para extraer la tarjeta, por lo que es imposible afirmar, tal y como refleja la sentencia del 11-M, que estuviese programado para las 7.40 horas, concretamente dos minutos después de la hora en la que se produjeron las explosiones en los trenes.

La furgoneta Renault Kangoo. Encontrada la misma mañana del atentado en una calle de Alcalá de Henares fue considerada como un vehiculo usado por los terroristas para transportar las bombas antes de dirigirse a los trenes. Hubo dos personas que vieron a los ocupantes de esta furgoneta aquella misma mañana. Una de ellas, la taquillera de la estación de Alcalá, declaró que "hablaban español con acento de español". La furgoneta no presentaba huellas ni rastros de DNA de ninguno de los 116 detenidos durante la intrucción del sumario ni de los presuntos suicidas de Leganés y tampoco tenía la matricula doblada, por lo que cabe preguntarse por qué los terroristas acudieron a su objetivo en un vehículo robado con la matricula real corriendo el riesgo de ser interceptados y capturados en cualquier control policial rutinario.

Cuando la furgoneta llegó al complejo policial de Canillas, a las 15.30 horas, aparecieron en ella restos de Goma2-ECO, detonadores, prendas de ropa y una cinta coránica. Unos hallazgos que contrastan con la revisión realizada durante la mañana por dos perros que no detectaron explosivo alguno y con el testimonio de los policias presentes en Alcalá y del operario de la grúa que transportó la Kangoo que no vieron absolutamente nada dentro de ella.

El piso de Leganés. Según el sumario, en este piso de la calle Martin Gaite, pared con pared con la vivienda de un policía experto en escuchas y seguimientos, se inmolaron los cómplices de Zougam después de casi siete horas rodeados por la policía. Entre otros muchos lapsus, no hay una explicación oficial de por qué no se realizaron las autopsias a los presuntos terroristas y la razón por la que uno de ellos apareció con los pantalones puestos al revés.

Las dos testigos rumanas. Su testimonio fue básico para condenar a Zougam como autor del atentado. Ambas lo reconocieron después de ser difundida su foto en todos los medios de comunicación. En el caso de la testigo J-70, que los técnicos del Ministerio del Interior habían descartado como víctima, tras su declaración fue incluida en el listado y acabó cobrando la indemnización. Su amiga, la testigo C-65, hizo una declaración plagada de contradicciones, después de la cual adquirió la nacionalidad española y recibió, según reveló el diario "El Mundo", 100.000 euros de indemnización.

Les invito a que vean el documental de Martin, no tiene desperdicio, salvo que tengan la idea preconcebida e inamovible de que periodistas como Luis del Pino, Casimiro García-Abadillo o Pedro J. Ramírez son tan solo unos conspiranoicos, como lo era el desaparecido Fernando Múgica y lo somos ahora Cyrille Martin por sacar a la luz pública su documental y yo por escribir este artículo.

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