Un cuarto de siglo después de la redacción del plan de saneamiento de Avilés, los resultados no pueden ser más bochornosos. En el apartado industrial, el gran colector de la ría lleva casi seis años terminado y sin funcionar, mientras las diferentes administraciones se pelean por ver quién tiene la culpa. Y, en cuanto a las aguas residuales domésticas, sabemos desde ayer por este diario que la depuradora de Maqua nunca cumplió con la normativa europea, es decir, que lleva 13 años contaminando más de lo que debe, sin que nadie hubiera dicho hasta ahora esta boca es mía. Ambas infraestructuras costaron unos 36 millones de euros. Es normal que sobre España penda una multa europea de dimensiones bíblicas. Lo que no es tan normal es que nadie asuma responsabilidades políticas por semejante escándalo.
