La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Diario de a bordo

La II República: el paro obrero y la sanjurjada

Los conflictos laborales en el puerto, las carencias de los trabajadores y la respuesta de la ciudad al levantamiento militar

El año 1932 se caracteriza por el aumento de la agitación política y la tensión social, que tienen como fondo la crisis económica y el paro obrero. El Puerto era en Avilés un motor importante de creación de empleo y actividad económica, pero inicia el año con un conflicto laboral. La trascendencia del tema hace que se desplace hasta la ciudad el gobernador civil, José Alonso Mallol, para tratar de mediar y encontrar una solución y, a tal fin, preside la sesión de 27 de febrero en la Junta de Obras. El personal del puerto plantea tres reivindicaciones: que se abone el jornal íntegro a los obreros en los casos de enfermedad o accidente, durante todo el tiempo que estos duren; que los domingos y festivos que se trabajen, les sea abonado un jornal extraordinario, sobre el ordinario que ya cobran, equivalente al doble de éste; y, por último, el levantamiento del castigo de tres días de suspensión a los obreros por abandono de trabajo. Interviene del Presidente de la Junta, José Rodríguez Maribona, afirmando que son inasumibles las demandas de los obreros. A continuación, toma la palabra el Gobernador y, aunque afirma que la pretensión de cobrar triple jornal los domingos y festivos es excesiva, propone que los vocales de la Junta se entrevisten con una comisión de obreros, con objeto de intentar llegar a una solución. De la reunión se sale con el acuerdo de suscribir la primera reivindicación y la reincorporación al trabajo de los empleados, quedando el conflicto a medio resolver y las espadas en alto.

Desde el Ayuntamiento se intenta buscar fórmulas para combatir el paro y el Alcalde recibe, también en febrero, a una comisión de trabajadores parados que le entregan la petición de una rápida ejecución de obras, tanto públicas como privadas, a fin de fomentar la contratación y aliviar el paro. Asimismo, y ante la situación de precariedad producida por el desempleo, el Ayuntamiento adopta en abril la decisión de crear comedores sociales para atender la alimentación de obreros enfermos y de sus familias. Pero la situación de paro y de miseria de los trabajadores es cada vez más angustiosa por lo que, en junio, el Partido Socialista solicita que se declaren permanentes los comedores de asistencia social, a fin de aliviar las dificultades de los más humildes. También solicita permitir la salida de comidas para los domicilios de quienes no puedan, o no quieran, concurrir a los locales en que se hallan instalados los comedores. La pesca vuelve a ser una solución para paliar las necesidades alimenticias de los más necesitados, como podemos ver en la petición del concejal socialista Luis García Fernández, el cual insta al gobierno municipal a que se dirija a los armadores pesqueros, solicitándoles que no arrojen al mar el pescado sobrante, sino que lo donen a los comedores sociales, para contribuir a paliar las necesidades alimenticias de los parados. Esta situación de grave necesidad provoca rapiñas, como por ejemplo, el robo de bombillas en la carretera de la ría a La Maruca.

La Conjunción Republicano-Socialista denuncia también, en el mes de junio, la paralización que sufre el Puerto y su incidencia en el paro que sufre la comarca. La respuesta del gobierno municipal se traduce en un acuerdo plenario para impulsar un mayor compromiso entre la Cámara de Comercio y la Junta de Obras, a fin de relanzar la actividad portuaria. El concejal socialista Luis García Fernández propone en el Ayuntamiento, en el mes de julio, que se adopten medidas para lograr la vuelta al puerto avilesino de barcos que antes recalaban y ahora no lo hacen, acordándose la creación de una comisión, presidida por el Alcalde, para estudiar, con la Cámara de Comercio, las causas de esas ausencias y las soluciones para evitarlas.

Agosto de 1932

Con esa situación de ahogo económico y de paro galopante, se recibe en la ciudad la noticia de una intentona de golpe militar. En la madrugada del martes 9 al miércoles 10 de agosto de 1932 se habían producido movimientos en contra de la II República protagonizados por una parte del Ejército, que se subleva en Madrid y en Sevilla. Los facciosos estaban dirigidos por el general José Sanjurjo Sacanell. El general Franco figuraba en la lista de sediciosos pero, a última hora, decidió no participar en el complot.

En Madrid, se produce un levantamiento de civiles y militares en contra del régimen republicano. Los sublevados intentaron tomar el Ministerio de la Guerra, la Dirección General de Seguridad y el Palacio de Comunicaciones, pero tras intensos tiroteos, desistieron de su empeño y se rindieron a las tropas leales al Gobierno, no sin antes tener entre sus filas seis muertos y muchos heridos. Fueron practicadas más de 200 detenciones, entre las cuales estaban las de los generales José Cavalcanti de Alburquerque y Padierna, Emilio Fernández Pérez, Manuel González Carrasco y Manuel Goded Llopis. La tranquilidad se había restablecido en Madrid a las siete de la mañana.

En la capital andaluza, Sanjurjo se subleva también en la mañana del día 10 de agosto, contando con la ayuda del general Miguel García de la Herran. El golpe triunfa momentáneamente, tanto en Sevilla como en Jerez de la Frontera. Sin embargo, tras el fracaso de Madrid, el Gobierno reacciona rápidamente y, por la tarde, envía tres columnas militares para sofocar los núcleos rebeldes andaluces. Paralelamente, los comunistas y anarquistas declaran en la capital hispalense una huelga general que Sanjurjo no puede controlar. Ante la desafección creciente de los que lo habían acompañado en la aventura y la firme reacción del Gobierno, Sanjurjo decide abandonar la intentona y huye hacia Portugal, pero en Huelva es reconocido y detenido. Tras el fracaso del Golpe, en Madrid se produjo una gran concentración que partió de la plaza de Oriente para concluir en el Retiro, con un homenaje a los defensores de la República, al que acudieron el presidente, Niceto Alcalá Zamora, y el jefe de Gobierno, Manuel Azaña. Asistieron la totalidad del Gobierno y representantes de las Cortes. También hubo homenajes en Sevilla y en otras ciudades.

En Avilés, ante las noticias recibidas sobre lo que estaba pasando en Madrid y Sevilla, el alcalde, David Arias, ordenó colocar carteles en diferentes lugares públicos y repartir también octavillas conteniendo un comunicado que había sido remitido por el Gobernador Civil y que reproducimos:

"Para que la opinión no se alarme ante noticias falsas, tendenciosas o incompletas que pudieran llegar a esa localidad, sobre disturbios de carácter político ocurridos en España, participo a usted que lo ocurrido ha sido únicamente lo siguiente: A las cuatro de la madrugada, grupos militares retirados y paisanos con armas han intentado apoderarse del Ministerio de la Guerra y edificio de Correos y Telégrafos. Fuerzas de asalto, de seguridad y de la Guardia Civil rechazaron enérgicamente el intento, haciendo seis muertos a los revoltosos y poniéndolos a la fuga y haciéndose detenciones de algunos sediciosos. El movimiento fue enteramente dominado antes de las dos horas de iniciarse. Haga públicas estas noticias por los medios a su alcance. Salúdole".

Posteriormente, el Pleno del Ayuntamiento, el sábado 13 de agosto, acordó convocar una manifestación de repulsa al movimiento golpista y de apoyo a la República, que se celebró el martes 16. El llamamiento para el acto fue hecho por el alcalde, David Arias, por Luis García Fernández, en nombre de la Federación Local de Sociedades Obreras, y por Ramón Granda Campa, en representación de la Agrupación Socialista local. La concentración se efectuó en el parque de El Muelle para, posteriormente, comenzar la manifestación encabezada por el Alcalde y varios concejales, así como representantes de las agrupaciones políticas y sindicales convocantes. La Banda Municipal de Música precedía a los manifestantes, dando a la marcha un aire festivo. La manifestación se dirigió hacia la plaza de la Constitución y, una vez allí y desde el balcón del Ayuntamiento, tomó la palabra el alcalde, David Arias, el cual, tras unas encendidas palabras en defensa de la República y adhesión al Gobierno y al Parlamento, pidió en nombre de todos los republicanos que se aplicase rigurosamente la ley a los sediciosos. Posteriormente, exhortó a los manifestantes a disolverse pacíficamente, terminando su discurso con vivas a la República. Durante la manifestación, permaneció cerrado todo el comercio. Participaron todos los grupos políticos, con excepción del Partido Republicano Radical Socialista, que emitió un comunicado disculpando su ausencia y justificándola por cuestiones de orden interno local.

Compartir el artículo

stats