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Diario de a bordo

Irredentismo comarcal (V)

Sobre las inquietudes y sobresaltos que trajo a Avilés la confrontación entre absolutistas y liberales

Habíamos visto en los capítulos anteriores cómo en 1835 se habían celebrado elecciones, sustituyéndose definitivamente el sistema de la "insaculación", para el nombramiento de Ayuntamientos, por el sistema electivo. También hacíamos alusión a que en esas elecciones a nuevos Ayuntamientos Constitucionales se reconoce, por el poder del Estado, a Illas y a Castrillón como sujetos políticos. Ello se deduce de la celebración de comicios separados al de Avilés, como nos indica el BOPA de septiembre de 1835, en el que se insta a dichas localidades (y a otras de la provincia) a corregir o subsanar los defectos en las actas remitidas con los resultados de dichas elecciones. Por tanto, concluíamos, la constitución efectiva, "de iure", no pudo tener lugar antes del último trimestre de 1835, y con mayor probabilidad en el año de 1836, o incluso retrasarse hasta 1837, como ocurrió con otras segregaciones de concejos asturianos, de las que poníamos ejemplos concretos. No tenemos hasta el momento el documento (Real Decreto o Real Orden) por el cual se reconozca o se ordene esa constitución efectiva, "de iure", de los concejos segregados de Avilés. Pero por analogía deducimos que, la misma, debió de producirse en 1836 o 1837.

Lo que sabemos y reiteramos es que el proceso de segregación no fue producto de ningún acto épico individual o colectivo "de liberación" de Avilés por parte de los habitantes de Illas o Castrillón, ni tampoco de una decisión democrática de los avecindados en esas jurisdicciones. Por ejemplo, similar a la segregación de Valliniello del municipio matriz de Gozón para agregarse a Avilés casi un siglo después, después de una decisión tomada en referéndum por sus vecinos. No hubo consulta a los ciudadanos avilesinos reunidos todos, ni tampoco por separado, a los que estaban avecindados en las distintas circunscripciones de Illas y Castrillón, ni tampoco, por supuesto a los de Avilés. Tan solo tuvo lugar una situación "de facto", tras la orden del Gobierno Central de celebrar la elección de representantes para unos nuevos municipios constitucionales que nacen de esa decisión gubernativa. Y en este punto vuelvo a insistir en la pertinencia de consultar el espléndido trabajo de Juan Ramón Fuentes Jiménez, recogido en su libro "Tratado sobre el concejo de Illas", editado en 2014, que es sumamente esclarecedor al respecto.

Pero sabemos algunas cosas más, relativas a ese momento de la separación. Por ejemplo, qué habitantes tenía y quiénes votaron en la circunscripción de Avilés. Nos lo indica Fermín Canella en el Tomo I de Asturias, en la página 239. "?Avilés, sin contar Illas y Castrillón, tenía entonces 1.577 vecinos, y de estos eran electores 373, acudiendo a las urnas 251. Los elegibles eran 110. El resultado de la elección fue un Alcalde, dos Tenientes de Alcalde, un Procurador del Común y siete regidores?"

No hay constancia de los vecinos censados en las jurisdicciones de Illas y Castrillón, ni de los electores, votantes y elegibles. No empezamos a tener noticias de esos nuevos municipios hasta bastantes años más adelante. Pero podemos hacernos una idea de su población teniendo en cuenta la que había en ese momento en la villa y territorio matriz del que se segregan. Es seguro que no tenían más habitantes, por lo que su población, en el mejor de los casos no llegaría nunca a los mil vecinos en ese momento.

Ya hemos visto que este proceso de segregación de territorios para constituir nuevos ayuntamientos, forma parte de lo que llamamos la Revolución Liberal. Es un auténtico cambio de régimen político, ni más ni menos que el paso del Antiguo Régimen al nuevo Régimen Liberal o Constitucional, tras la muerte de Fernando VII en 1833. Un paso que suprimió las instituciones de los antiguos reinos remodelando todo el territorio de la nación en provincias, regidas por diputaciones y éstas por el Gobierno central.

Un claro ejemplo lo tenemos en la Junta General del Principado de Asturias, que tan buenos servicios había prestado en la Guerra de la Independencia, siendo la primera que se constituye, el 25 de mayo de 1808, proclamándose soberana y rebelándose contra el poder central en manos de los franceses. También enviando embajadores a Inglaterra y organizando asimismo un ejército para al mismo tiempo declarar la guerra a Napoleón. Pues bien, la Junta General del Principado, que había sido creada en el siglo XV, fue suprimida de un plumazo en 1835.

El concejo avilesino, no solo fue segregado en tres nuevas realidades municipales, sino que el Fuero que había estado en vigor y protegía nuestros derechos desde, al menos, su promulgación por Alfonso VI en el siglo XI y, con certeza, desde su confirmación por Alfonso VII en 1135, decayó en su vigencia, al igual que decayeron en todo el territorio las circunscripciones de cotos y señoríos laicos o eclesiásticos.

Pero todas estas cosas, y bastantes más que omitimos, ¿se hacen pacíficamente? Ya hemos dicho que no, es el inicio de una guerra civil (las sucesivas Guerras Carlistas) que durante más de setenta años asolará el territorio español, si bien el enfrentamiento entre absolutistas y liberales era total ya desde la vuelta de Fernando VII al poder, el 22 de marzo de 1814.

En Avilés, cuando en octubre de 1823 se reinstauró el gobierno absoluto, tras el Trienio Liberal, se constituye un Ayuntamiento absolutista, y se alista a gente para conformar un batallón de voluntarios con el objetivo de defender la villa, al frente del cual se sitúa el brigadier Alonso Arango y Sierra. El batallón estará compuesto por artesanos y gente de oficios. Los absolutistas inauguran sus funciones en el nuevo Ayuntamiento ordenando que en el término de tres días debían de salir de la villa y de dos leguas en su contorno, todos los forasteros, por suponer que los mismos habían escapado de sus pueblos para librarse del castigo de los realistas, o sea, que eran liberales huidos.

Se prohibieron las reuniones en la vía pública de más de cuatro personas para impedir que los liberales tratasen de conspirar. Las casas de los liberales (denominados "los negros" en contraposición con "los blancos", que era el adjetivo atribuido a los absolutistas) se registraban de forma asidua por ser considerados "elementos perjudiciales" para la sociedad. Pero en 1833, a la muerte de Fernando VII, la política tomará otros derroteros, llegando "los negros" liberales al poder e iniciando "los blancos", en el mes de octubre, la rebelión en forma de la primera Guerra Carlista.

Ya en plena guerra civil (carlista), la villa sufrió inquietudes y sobresaltos como nos cuenta Julián García San Miguel en su libro "Avilés, noticias históricas":

"?el 6 de julio de 1835, el Alcalde Galo de las Alas y otros concejales abandonaron sus puestos por temor a los absolutistas (carlistas), siendo preciso nombrar una Junta de Defensa compuesta por los coroneles José Miguel Valdés y Nicolás Caunedo, por el teniente coronel González Arango y los capitanes Troncoso, Víctor de las Alas y Antonio Sánchez Valdés, así como por los señores Miranda y Valdés Valsinde y los curas párrocos de San Nicolás y Sabugo. Durante la noche no ocurrió novedad alguna, pero al día siguiente se presentó en el pueblo una partida carlista mandada por el oficial Bernardo A. Valdés, escribano de Las Bárzanas y por este motivo, el teniente coronel Bernardo Carbajal, avecindado en la villa, dio cuenta a la Junta de un oficio del general Gómez, fechado la víspera en el cuartel general de Oviedo, en el que se le nombraba comandante de armas de Avilés y su concejo. Limitóse por entonces a pedir raciones; pero volvió a los tres días a recoger las armas de los milicianos y después de incautarse de ellas abandonó el pueblo para incorporarse al grueso de la partida carlista en los altos de Miranda, mientras el entusiasta carlista Fray José Vega corría al convento de San Francisco a tocar las campanas y rodeado de muchachos que festejaban el suceso disparando cohetes?"

El 19 de octubre de 1836 la columna carlista comandada por Carlos Sanz y Baeza entra en Oviedo; entre las tropas que combatieron a los carlistas había varios milicianos procedentes de Avilés, algunos de los cuales perecieron en los combates. Continúa Julián García San Miguel diciéndonos en la obra citada:

"?el 22 de octubre de 1836 se presentó en Avilés una columna carlista mandada por Sanz que se aloja y pertrecha en la villa, pidiendo a la Junta la cantidad de 100.000 reales como contribución de guerra; pero antes de que se pudiera recaudar llegó a la vista de Avilés la división del general Álvarez (liberal), que pernoctó en los altos de La Luz para atacar la villa al amanecer; más habiendo sabido los carlistas que se intentaba cortarles el paso del puente de Peñaflor, a media noche se alejaron sigilosamente, llevando prisioneras a Fernando Arias, Juan C. Arango y Pedro M. Arcos, a los que no dejaron en libertad hasta que entregaron la indicada contribución por su rescate?"

Estos sucesos nos indican el ambiente de auténtica guerra civil que se vivía en la comarca, justo en los momentos en los que se produce la segregación de Illas y Castrillón del concejo matriz de Avilés, en los años 1835 y 1836. Y no sólo en nuestra zona, sino en toda Asturias y en el resto del territorio nacional. Por tanto, a la profunda división entre la ciudadanía entre "blancos" (absolutistas) y "negros" (liberales), hay que unir la guerra civil en que el territorio estaba sumido, lo que hizo que las segregaciones territoriales, en nuestro caso de Avilés, Illas y Castrillón, pasasen a un segundo plano y no se produjese por ese motivo reacción alguna, al menos que quede registrada. Bastante tenían con ocuparse, vecinos y responsables políticos y militares, de los sobresaltos y demandas que les exigían los sucesos de la contienda civil.

Pero a los anteriores factores, de Revolución Liberal y Guerra Civil, hay que unir otro elemento a tener en cuenta en el proceso de segregación, que será muy importante no solo en el inicio de la misma, sino en los conflictos de delimitación y deslinde de los términos municipales de Avilés y Castrillón, y también germen de conflictos que se prolongaron en el tiempo y que de alguna forma aún perviven en el subconsciente colectivo. Nos estamos refiriendo a la aparición en escena de la Real Compañía Asturiana de Minas y todo lo que tiene que ver con la normativa minera y las concesiones que se empiezan a otorgar por parte de la Corona. Tampoco va a ser un tema que sea exclusivo de la comarca avilesina. Similares situaciones y problemas se conformaron en otros municipios en aquellos momentos. Nos referimos a la cuencas mineras del Caudal y del Nalón, por ejemplo, con otros actores pero de similares características; es decir, segregaciones de nuevos municipios y concesiones de explotación minera a corporaciones que en esos momentos se instalan en esos territorios. Pero de este tema, tan interesante, hablaremos la próxima semana.

Así sucedió y así se lo he contado a ustedes y queda anotado en mi "Diario de a Bordo".

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