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Saúl Fernández

Crítica / Teatro

Saúl Fernández

Cuchilladas

"El Pavón Kamikaze" y Salvador Collado dan un salto mortal con el drama "Tebas Land"

Las cuchilladas se cuentan, pero hacen tanto daño como las que se hunden en la garganta. "Tebas Land" da miedo... y luego ya no. "Tebas Land", sobre todo, inquieta. Y lo hace porque Sergio Blanco, su autor, compone una tragedia sobre el mal más íntimo, sobre la familia demolida y también, y pese a todo, sobre la luz al final del túnel; dos personajes enjaulados, dos personajes escondidos en un drama que se construye en cada cuadro; el miedo de ser, el miedo de haber sido. "Tebas Land" se estrenó antes de anoche en el teatro Palacio Valdés: un espectáculo sensacional que descubre todo lo que oculta el embozo de la tradición, la inercia y la costumbre. Y todo esto, además, con un texto que se va componiendo al mismo tiempo en que se desarrolla la historia oculta: el parricidio salvaje contra un cabrón, veintiuna cuchilladas infligidas con un tenedor, la garganta abierta. ¿Y qué es el mal?

"Tebas Land" es una obra para que estallen los actores. Los dos lo hacen en plena función: Israel Elejalde y Pablo Espinosa. El primero es uno de los grandes del momento. En Avilés estrenó el "Tartufo" de Miguel del Arco, su socio en "El Pavón Kamikaze", Con ese trabajo tocó el cielo con las manos. Pero hubo más: "La función por hacer" o la terribilísima "La clausura del amor". Elejalde descompone identidades acomodadas y lo hace como si nada, gota a gota. "Tebas Land" es ejemplo de ello, un doble salto mortal de la compañía de Elejalde y también de Salvador Collado.

Pero no está solo. Natalia Menéndez, la directora, detuvo los aplausos finales. Explicó que su padre -Juanjo Menéndez- le había entregado una máscara de teatro el día en que se estrenó sobre las tablas. Eso mismo hizo ella con Pablo Espinosa, un actor, dos papeles, un asesino malvado capaz de beber un zumo de melocotón con el padre sobre el terrazo de la cocina. Y también el actor que interpreta al asesino. Un juego metateatral destinado a apacentar a los espectadores: una historia que es cierta, un escritor que la quiere pasar a la ficción y un actor que tiene que levantar la creación. Todo sobre un escenario, sobre una cancha de baloncesto... Un solo espacio que, mágicamente, gracias a la iluminación de Juan Gómez Cornejo, se descompone sobre las tablas para alcanzar a los espectadores que ven sobre las tablas el mal por excelencia (matar al padre), pero reconocen que, a veces, por qué no... un padre no es un padre, es un desalmado. Y ahí salen "Los hermanos Karamazov", "Edipo en Colono". Tebas, el universo de las cuchilladas.

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