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Psicóloga

¿Personas discapacitadas o entornos discapacitados?

Los retos para una plena integración de todos

El 3 de diciembre se celebra, instaurado por la ONU en 1992, el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, con el esencial objetivo de promover su plena integración e inclusión social.

Pensar que hubo oscuras épocas históricas en las que estas personas eran abandonadas, maltratadas, destinadas a la mendicidad, tratadas como seres del diablo, encerradas en lo que los romanos denominaron nosocomios, incluso, en no pocos casos, directamente eliminadas, nos da idea de la total vulneración de derechos humanos que tenían que soportar.

Si bien la Revolución Francesa, con sus principios de Igualdad, Libertad, Fraternidad, reivindicó la dignidad de cualquier ser humano, sin distinción alguna, va a ser tras las dos guerras mundiales, cuando sucede un cambio profundo en la manera en la que la sociedad comienza a tratarles, debido, fundamentalmente, a la cantidad de soldados heridos y mutilados tras las contiendas y la consiguiente necesidad de medidas de inserción social y laboral, así como de reconocimiento de pensiones y de servicios específicos para su adecuada atención.

Hace tanto de eso que podríamos pensar que hoy en día la sociedad en la que vivimos ha logrado plenamente la debida integración de las personas con diversidad funcional y, sin embargo, cuánto por conseguir aún, cuántas barreras por romper aún.

-Todavía muchos niños y niñas con dificultades del desarrollo, de la movilidad, de visión o de audición carecen de los medios que garanticen uno de los derechos fundamentales para todo el mundo: el derecho a la educación. Incluso, a veces, se tienen que enfrentar además a la ignorancia de algunos padres y madres que pretenden su segregación, no vaya a ser que contagien a sus "perfectas" criaturas...

-En relación al empleo, o se les niega directamente o se les acaba destinando a trabajo servil y mal remunerado. Aún en los países industrializados, la tasa de desempleo es, entre las personas con diversidad funcional, el doble de la que se da entre las que no tienen ninguna discapacidad. Sin embargo, está comprobado que determinadas aplicaciones ergonómicas permiten la adaptación, a costo relativamente reducido, del lugar de trabajo, de las herramientas, de la maquinaria y del equipamiento y ayudan a aumentar, por tanto, sus oportunidades de empleo.

-Debido a las llamadas barreras sociales, el que las personas con discapacidad tengan relaciones estrechas o íntimas con otras personas, se convierte, a veces, en tarea más que complicada, cuando deben y pueden entablar relaciones sociales y personales de todo tipo, incluyendo relaciones sexuales.

-Todavía hoy en día muchas personas convierten en invisible a quien tiene algún tipo de diversidad funcional. Me comentaba un día un niño de 12 años su indignación durante los días en los que, por una pierna rota, tuvo que desplazarse en silla de ruedas, y las personas con las que se encontraba preguntaban por su situación a sus padres y no directamente a él. "Como si no existiera", decía cabreado.

-También se construyen entornos sin atender las necesidades de todas las personas, sin señales visuales y acústicas adecuadas, con rampas que suponen verdaderos precipicios o con servicios de aseo que no pueden utilizar.

-Y no digamos del diseño de trenes, cines o teatros, en los que se destinan lugares separados para las personas de movilidad reducida, para que vayan solos, como si fueran maletas o parte del mobiliario.

-Por si todo esto no fuera poco, mucha gente se les queda mirando con descaro, haciéndoles sentir diferentes, o con pena, haciéndoles sentir dignos/as de lástima, o con sobreprotección, haciéndoles sentir inútiles. Así no. Así no es posible la normalización a la que tan legítimamente tienen derecho.

No olvidemos que la discapacidad no está en la persona con diversidad funcional sino en quienes contribuyen con sus ideas y actitudes a generar entornos excluyentes. "El derecho a iguales oportunidades de participación" está consagrado en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Se debe aspirar, pues, a un entorno en el que todos los seres humanos seamos tenidos en cuenta, un entorno para personas con diversidad funcional, para madres y padres con cochecitos de bebés, para abuelos y abuelas con su andador... Un entorno para cualquier persona que en algún momento de nuestra vida podamos requerir de una ayuda ortopédica, de una silla de ruedas, de unas muletas, de un bastón, de un perro-guía, de instrucciones en Braille, de traductores de lengua de signos... En definitiva, un entorno para todos/as, un entorno accesible, pensado para permitir la integración y la plena convivencia de todas las personas en cualquiera de sus espacios.

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