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Psicóloga

Más deporte, menos medicamentos

"Iba a salir a caminar después de comer, pero me senté un poco a ver la tele y después ya me aborreció...".

"Tendría que ir a la piscina por las mañanas, tengo tiempo y la tengo al lado de casa, sé que me vendría bien, pero es que siempre me lío con algo...".

"Me apunté a un gimnasio para ir después del trabajo, pero me acabé borrando... Es que salgo del curro con tanto cansancio...".

Y, día tras día, semana tras semana, seguimos actuando en contra de nuestra propia naturaleza, diseñada para el movimiento, no para el sedentarismo. En todas las etapas de la vida necesitamos actividad física, necesitamos movernos.

A ver, estaría bien llegar a caminar, por ejemplo, todo lo que caminan los masais cada jornada, nuestra salud nos lo agradecería, pero, hay que ser realistas, con nuestro estilo de vida, no funcionaría. Lo que está claro es que, en una sociedad en la que todo está al alcance de la mano (o del móvil), nos movemos poco, cada vez menos, y nuestros genes nos piden a gritos que caminemos, que corramos, que saltemos, que bailemos..., que nos activemos.

Tenemos por un lado los innumerables beneficios físicos de practicar ejercicio que todo el mundo, de sobra, conocemos. Por ejemplo: mejora de las funciones cardiovasculares y respiratorias, fortalecimiento de los huesos o aumento de la capacidad de defensa del sistema inmunológico. Pero, además, hay otras muchas razones que, a nivel psicológico, debemos tener en cuenta:

Razón 1: Porque podemos prevenir una depresión, o mejorarla si ya la tenemos. Con el ejercicio liberamos grandes dosis de serotonina, que mejora el estado de ánimo, y endorfinas, sustancias químicas que actúan como un analgésico natural, mejorando nuestro bienestar. Además, el hecho de activarnos conductualmente romperá el círculo vicioso típico de la depresión: tristeza- desgana-inacción-tristeza-desgana-inacción...

Razón 2: Porque la actividad física es el elemento antiestrés más eficaz y con menos efectos secundarios que existe. Por un lado, con el ejercicio se aumentan los niveles de noradrenalina, un neurotransmisor que regula la respuesta al estrés; y, por otro lado, nos permite estar más distraídos/as, con lo que no dejamos espacio a las rumiaciones mentales que nos desgastan.

Razón 3: Porque vamos a dormir mucho mejor. Nuestro sueño será reparador. Cualquier estudio al respecto lo corrobora, la gente que practica ejercicio de manera regular duerme más y mejor. Eso sí, no conviene realizar el ejercicio en las dos horas anteriores a irnos para la cama.

Razón 4: Porque así socializamos. Sea porque realicemos alguna actividad de equipo o a nivel individual, se va a propiciar el relacionarnos con otras personas y eso es algo que casi siempre va a redundar en beneficio de nuestra salud mental.

Razón 5: Porque nos vamos a sentir mejor en nuestro pellejo, y no es solamente una cuestión de un cuerpo determinado por la tan extendida dictadura social de la belleza. Es una cuestión de autoconfianza, de percepción de valía personal. Cada esfuerzo que hacemos, cada meta que intentamos nos refuerza, nos hace sentirnos capaces y a gusto simplemente por cuidarnos.

Razón 6: Mejora la actividad cognitiva: atención, concentración, memoria..., pues aumenta el flujo sanguíneo cerebral y la oxigenación, con lo que nuestro cerebro produce más neuronas y más conexiones entre ellas. Además, la práctica habitual de ejercicio incrementa las células del hipocampo, responsable de la memoria y el aprendizaje.

Razón 7: Porque, cuando se practica en la infancia y la adolescencia, se aprende a tolerar mejor la frustración, a tener más autocontrol, a demorar la recompensa, a no tirar la toalla ante los primeros obstáculos que surjan en el camino? Aspectos todos ellos que generan personas emocionalmente inteligentes. Eso sí, no debe ser una imposición, la actividad física debe suponer un espacio de juego y socialización en el que se diviertan y adquieran valores.

Dice Teresa Perales, nuestra nadadora paralímpica más laureada, con multitud de medallas de campeonatos internacionales en su haber, 22 de ellas en Olimpiadas: "Todo empieza por un sueño que se puede transformar en realidad en la medida en que te comprometes, trabajando cada día, esforzándote...".

Por supuesto, que no se trata de pretender ganar medallas olímpicas, bueno, salvo un grupo reducido de personas que sí que están en esa historia, el resto, que somos la gran mayoría, podemos darnos palmaditas en la espalda sólo con comprometernos y esforzarnos cada día con nuestra salud y nuestro bienestar, pues puede que sea el mejor premio que podamos alcanzar.

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