El plan municipal que obliga a edificar en 13 solares abandonados del centro histórico va más allá de una cuestión estética. Además de animar la construcción, con la consiguiente consolidación de empleo, es una necesidad en favor del beneficio común que, en este caso, debe primar sobre cualquier otra consideración. Porque no es de recibo que algunas de estas parcelas se hayan abandonado a su suerte, convertidas en selvas en medio de la zona más noble de la ciudad, ni que otras destrocen la imagen de lugares emblemáticos, causando un daño importante a sectores como el turismo y la hostelería. Además, los dueños siempre pueden, en última instancia, ceder la construcción a alguna entidad pública o privada, evitando así hacerse cargo del proyecto. Este plan no es un atentado contra la propiedad sino que vela por la mejora de espacios públicos que requieren una especial protección.
