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El sueño de ser "superhéroe"

Cristóbal Piñera, del Triatlón Castrillón, completó su primer "Ironman" después de volver a hacer deporte para mitigar las dolencias de una artritis

Durante una carrera. R. SOLÍS / LNE

"Lo que hice fue cumplir un sueño de pequeño. Cuando oía de crío, con unos quince años, lo de 'Ironman' sonaba a superhéroe, a algo inalcanzable y hace relativamente poco me planteé cumplir ese deseo y aquí estoy", afirma Cristóbal Piñera, integrante del Triatlón Castrillón, que realizó hace unas semanas en la competición de distancia 'iron' celebrada en Castellón, la "Ocean Lava La Manga". Con 46 años recién cumplidos, el deportista comenzó a entrenarse hace apenas año y medio. "Hice judo durante 30 años, pero lo tuve que dejar por el trabajo. Es un deporte muy lesivo para las articulaciones y ahora tengo una artritis. Hace unos años me propuse bajar de peso y comencé a correr, pero para mi enfermedad también me aconsejaron nadar.

Solo me faltaba la bici", explica. Así que la sumó hace año y medio: "La primera vez que fui a un triatlón quería ir con la bicicleta de montaña, no tenía ni idea de como iba esto". A partir de ahí todo fue rodado. "Me enamoré del triatlón. Para mi es una superación personal, volver a correr después de tiempo, correr en bici como cuando era pequeño, aprender a nadar para competir... Es todo un reto", sostiene Piñera.

En Castellón le esperaban 3.800 metros de natación, 180 kilómetros de bicicleta y una maratón, 42 kilómetros de carrera a pie y, una vez superado tiene claro como definirlo: "Me levanté a las cinco de la mañana y crucé a la meta a las ocho y pico de la noche. Hay que vivirlo o imaginárselo, llevaba siete horas entre la natación y la bicicleta y, de repente te das cuenta, aún tienes por delante una maratón".

Y además las tierras mediterráneas le dieron alguna que otra sorpresa: "Vas pensando que es llano, pero no, porque encima cambiaron el recorrido de bicicleta para que tuviera un poco más de pendiente. Y el Mediterráneo, estaba como si fuera nuestro Cantábrico, revuelto, revuelto", recuerda el triatleta. Esto último fue lo que más le preocupó: "La natación es en lo que más verde estoy. La bici tampoco tengo experiencia, pero te pones y a tu ritmo la haces, pero la natación necesita una técnica que lleva mucho tiempo dominar". Así que los 3.800 metros, pese a ser los primeros de una larga carrera, se le hicieron algo largos: "En la prueba, fui un poco más despacio de lo que esperaba porque tenía miedo a quemarme, pero salí contentísimo del agua. Para mí es una sensación extraña y parecía que las boyas estaban en cada vuelta más lejos cuando no se movían, así que cuando conseguí acabar estaba feliz".

"Yo siempre salgo con la misma idea del agua, la de que voy a adelantar mucho en la bicicleta", continúa Piñera. El triatleta afirma que compite contra sí mismo, pero también contra los demás: "Siempre lo digo, mi objetivo básico es acabar y no quedar el último. Creo que el gen competitivo te hace mejorar, así que no lo escondo", sentencia.

Por eso, llegar a la maratón tras tantas horas de esfuerzo, es casi una motivación en sí. Y es que el triatleta ya había hecho alguna maratón. "

En una maratón, por confusión, tuve que salir más atrás de lo debido -en las multitudinarias se sale por tiempos por kilómetro-, salí sobre el 7.000 y adelanté a unas 4.000 personas. Cuando vas adelantando la motivación sube y creo que lo utilizo para el triatlón", comenta. Eso sí, con cabeza: "Es en parte por lo que me gusta este deporte. No solo se hace con el físico, sino con la cabeza. Te vas poniendo pequeñas metas porque si, por ejemplo, cuando coges la bici estás pensando en todo lo que queda, no terminas. Te tienes que ir convenciendo de cada paso que das".

Una lucha contra sí mismo, contra su temperamento competitivo, le hizo superarse. "Es imposible afrontar la parte de la maratón sin medir tus fuerzas. Cuando entendí que no podía ir al límite todo el tiempo, que hay que bajar un poco el ritmo, todo fue menos complicado", recuerda.

Para prepararse, fue haciendo medios ironman, como el de Llanes o el de Santander. "Una cosa que me llama mucho la atención de los triatletas con experiencia es como hacen las transiciones, me parece impensable hacerlas como ellos. Es una de las cosas que tenía que ensayar y, si no es en competición, yo no puedo", explica Piñera. Eso y muchas horas de entrenamiento, las que le deja su trabajo: "Hay que tener fuerza de voluntad, planificar y cumplirlo pase lo que pase. Hay días que llegas de trabajar, en pleno invierno, lloviendo y es cuando hay que sacar las fuerzas".

En ello tiene mucho que decir su mujer, Cristina, que le ha apoyado en este reto. "Está conmigo en las carreras y en algunos entrenamientos. Esta carrera la hicimos entre los dos", sentencia. Por eso se alegra de que ella haya acabado enganchándose a correr. Además, a Piñera también le tocó cuidar su alimentación y su salud, haciéndose un seguimiento médico para ver que todo estaba bien: "Creo que todo el mundo debería hacerse prueba de esfuerzo a la hora de volver a hacer deporte, por precaución". Con tanto trabajo, una de sus obsesiones es que no ocurriera nada que escapase a su control: "No podía dejar de pensar qué pasaría si después de meses preparándome me lesionara o tuviera una avería en al bicicleta".

Y, después de todo ese esfuerzo, ya piensa en el siguiente que va a hacer: "En octubre del próximo año quiero hacer el ironman de Barcelona, mucho más multitudinario, me dicen que el segundo es mucho mejor que el primero, que ya sabes lo que te encuentras. Necesito tener objetivos porque sin ellos te vas apagando".

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