Cuando se habla del campo de Matalablima, al instante se relaciona con el fútbol y, sobre todo, con el Guillén Lafuerza. El club lleva allí asentado varias temporadas y es ya una referencia del fútbol asturiano. Una entidad que se basa en la unión de todos los que la forman: directivos, jugadores, entrenadores y aficionados; y unos no existirían sin los otros. Y aquí va un ejemplo más.

El Guillén Lafuerza tiene como aval sus años de historia, más de medio siglo, y la gente que hay ahora tirando del club, que se puede decir que es muy familiar, algo que más adelante descubrirán. Años atrás hubo otros dirigentes, pero desde hace ya unas temporadas es el equipo de Rodrigo Iglesias, su presidente, quien tira de él. Pero no está solo, también forman parte de la directiva María Antonia Alonso, Toña, que es la tesorera; y María Eugenia Galarza, la secretaria.

Y es aquí donde nos queremos parar. Y es que las dos forman parte de la historia del club. “No sé cuantos años llevamos, ni me acuerdo, pero por lo menos 15”, dice Toña. A su lado, María Eugenia, que añade que “aquí estamos todas las tardes”. Pablo Iglesias y Manolo Pérez completan el equipo directivo de un club que lucha cada temporada por darle la oportunidad a los chavales de jugar y disfrutar del fútbol.

Son las 20:00 horas del miércoles de la semana pasada y Rodrigo y Toña, que también son matrimonio, abandonan Matalablima. “Hay Champions, juega el Madrid”, dice ella. Eso sí, ya llevan unas cuantas horas en el campo. “Yo suelo ir por las mañanas, siempre hay cosas que hacer, lavar ropa, recoger vestuarios”, dice Rodri, como se le conoce. Los dos mantienen la misma ilusión que el primer día, aunque más “cansados”. Aún así, siguen adelante “porque compensa, sobre todo, por los chavales”, dice ella.

Rodri y Toña comparten, además de matrimonio, su pasión por el club. “Me lió Rodri”, dice ella. “Me dijo que necesitaba ayuda, empecé y aquí sigo”, añade. Lo bueno es que gracias al Guillén pueden pasar más tiempo juntos. “Sí, y también reñimos”, indica entre risas Toña, que además de tesorera del Guillén, se encarga de lo que llaman el club social, un lugar de reunión durante los partidos y entrenamientos. Rodri se hizo cargo de la presidencia del Guillén en 1989. Él no sabía cuándo exactamente, pero sí tiene un dato. “Cogí el equipo cuando el Oviedo jugó contra el Palmeiras, fue ese mismo año”, explica. Años después, se incorporó a la directiva su mujer, Toña.

Después de tantos años, la pregunta es obligatoria. ¿Compensa? “Sí, si no compensara no seguiríamos aquí. Compensa porque conoces a gente, haces amistades, y da mucha satisfacción cuando vas por la calle y te saludan antiguos futbolistas”, explica Toña, que sufre mucho en cada partido del Guillén. Lo mismo le ocurre a María Eugenia, que tiene una historia similar a la de su amiga Toña. Y es que también tiene en el club a su marido, Manolo, también directivo. “Somos como una pequeña familia”, dice. María Eugenia es la secretaria, hace la taquilla en Matalablima y ayuda en el club social. “Trabajan muchísimo”, subraya Rodri.

Y no es para menos, ya que el club ovetense cuenta en la actualidad con cinco equipos federados que cada fin de semana saltan al césped a defender la camiseta del Guillén. En total, suma alrededor de 90 jugadores. Toña aún recuerda cuando “les organizábamos cenas a los equipos aquí en el club social”, indica. Ahora ya son menos, pero en la cantina de Matalablima nunca faltan unos pinchos ricos para recobrar las fuerzas tras un partido. “Eso siempre tenemos”, añade.

Toña y María Eugenia ponen la nota femenina en la directiva del Guillén, algo que llevan haciendo ya desde hace varias temporadas. Muchas. Ninguna se pone una fecha de caducidad en el club porque, aunque sacrifican mucho tiempo y echan demasiadas horas por la entidad, a ellas les gusta lo que hacen. Y así seguirán.

Al igual que Rodri y Manolo, sus maridos, y Pablo, que es el hijo de los primeros. All final todo queda en casa. Quizás sea este el secreto del éxito del Guillén Lafuerza, una entidad que sigue luchando por mantenerse vivo a pesar de las dificultades. “Hay que pelear y trabajar mucho”, sentencia Rodrigo Iglesias, algo que no han dejado de hacer desde que llegaron.