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El retorno de Paloma Marrero

Tras su periplo por Estados Unidos, la extremeña regresó venciendo en el "Villa de Gijón" y señala que "la gente sabe quién soy, que he vuelto y que tengo ganas de hacerlo bien"

Paloma Marrero posa antes de afrontar un entrenamiento en las instalaciones olayistas. DAMIÁN RODRÍGUEZ

Cuatro años en la Universidad de Akron (Ohio), en Estados Unidos, han dado un vuelco a su vida. En su palmarés, pese a tener solo 22 años, aparecen títulos nacionales en categoría infantil y junior y acumula varios subcampeonatos absolutos en 50, 100 y 200 braza. Fue hace tres años, en el 2015, cuando logró las tres preseas plateadas por detrás de Jéssica Vall, pero su impulso americano le hace regresar a España con las pilas cargadas y con la cabeza muy bien amueblada para afrontar retos de altura. Y todo ello, con el nombre del Santa Olaya a sus espaldas, con el que se estrenó con victoria en el "Villa de Gijón".

Sus cualidades son extraordinarias y quienes la conocen saben de su potencial. No en vano, apunta a ser olímpica en un futuro próximo. Pero todo se basa en su mejor motor: el mental. En diciembre se graduará de un grado de INEF y un máster en Psicología, rama que ha elegido para fortalecer su personalidad en la piscina. "Creo que la natación es 80% mental y 20% físico; puedes entrenar al máximo, pero si llegas a la competición y no te crees quién eres o adónde puedes llegar, no vas a progresar, a mí me pasó", relata la emeritense. Pero su paso por Estados Unidos le ha hecho cambiar el chip.

Su secreto parece ser muy sencillo, pero tiene su análisis debido a la preocupación habitual de los deportistas de mejorar sus marcas. Para Paloma Marrero, la clave se encuentra en "disfrutar de este deporte, lo hago todo de corazón, me he dado cuenta de que al cabo de los años tienes buenas marcas, sí, pero te acordarás de si te lo pasaste bien compitiendo o entrenando: es lo primordial". A su vez, relata que la filosofía inculcada en tierras americanas le ha hecho mella y rescata una frase de sus anteriores técnicos: "Un nadador feliz siempre es un nadador más rápido". Y lo lleva a rajatabla.

Otras de las consignas que sigue muy de cerca, desde que comenzó a hacer deporte, son los consejos de su padre, el exfutbolista y actual técnico Juan Marrero. Su experiencia en el mundo del fútbol le ha llevado a aconsejar con atino a su hija. "Siempre me dice tres palabras clave: humildad, trabajo e ilusión. Las aplico cada día", relata.

El sueño olímpico

Su meta deportiva, como la de cualquier deportista, es alcanzar la cima. La extremeña es consciente de su capacidad para conseguirlo y no esconde que "siempre he soñado con unos Juegos Olímpicos". "Creo que tengo potencial para lograrlo y también oportunidades, pero todo requiere que esté bien la cabeza, soy una persona muy sentimental; el día que todo esté en la misma línea, quién sabe", analiza bajo una madurez poco habitual a su edad.

Por ello, ha elegido para su esperado regreso a España al Santa Olaya, en el que destaca la figura del entrenador José Rivera. "Tengo ganas de entrenar con un buen técnico y me han hablado muy bien de él, además llego a uno de los mejores clubes de España". Su primer registro como olayista le puso en lo más alto del podio y en el Nacional que se disputará en julio ya avisa de que "la gente sabe quién soy, que he vuelto y que tengo ganas de hacerlo bien".

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