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Pruneda

Javier, estrella de la cuatreada, el último ejemplo de una familia naveta vinculada con fuerza al deporte

Cuando se escucha hablar de Pruneda de inmediato viene a la mente a la localidad de Nava que se encuentra por la carretera de Camás, después de pasar Vegadali, camino a Cabranes. Goza de historia, hijos ilustres, hasta cardenales, y de buenas gentes.

Hoy no va de topónimos, de lugares, sino de familias, y de las más respetadas de la comarca. Pruneda, para los habituales de estas páginas y más en concreto de la sección de deportes, es un reconocido jugador de bolos, Javier, con el que nos han vuelto a sorprender estas navidades los titulares de LA NUEVA ESPAÑA, pero del que hace años que reflejan su carrera deportiva repleta de méritos y triunfos. Forma parte Javier Pruneda de la tradición de la cuatreada de Nava, aquella que para los más veteranos del lugar rememoran en la bolera de Revilla, pero para quien suscribe arranca con la Peña El Che y sigue con el Titi y La Colegiata. Algunos, por edad, no conocimos aquella en la que empezó a tirar bolas Tino el Roxu.

Antes de que Javier se consagrara como rey de la cuatreada, su padre, Ángel Pruneda, en la directiva que presidía David Pandiella en el Europa, había llevado al club de Nava a sus más gloriosa época en la Tercera División y había demostrado el buen hacer deportivo con trabajo y honradez, que se echan en falta hasta en la Liga de las Estrellas. Lo del deporte venía en los genes familiares, que también por allí capitaneaba el Europa juvenil Jorge Pruneda.

Entonces Javier, un niño en la escuela y en la catequesis, ya demostraba buen tino y cabeza ordenada. Siempre emociona leer los éxitos deportivos de Pruneda. Ahora todo un padre de familia casado en Infiesto, Javier, en la mejor tradición familiar, sigue siendo un ejemplo de equilibrio y prudencia. Para la mano y para el pulgar.

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