Isolina García Alonso falleció el pasado domingo en Nava, a los 84 años, pocos días después de enterrar a su hijo Manuel, la más dura prueba para el corazón de una madre. Ejemplo de laboriosidad, buena persona, afable, servicial y profundamente religiosa, la viuda de Remis era para muchos de sus vecinos "Isolina la del chalé". Conocí a Isolina, siendo un niño, cuando acompañaba a Nieves y Marina Cuenya, dos hermanas que después una próspera vida en Cuba y Argentina, se instalaron en su regia mansión de Villabona, aunque nunca dejaron de viajar por el mundo. Eran para mí dos misteriosas mujeres. Mi abuela me contaba que conocían las artes del espiritismo. Parecían de película. Años después he comprobado que lo eran.
Nieves estaba casada con el dramaturgo, periodista y guionista de cine Eduardo Borrás (Barcelona 1907), un activista del anarquismo que se fue a América tras la guerra civil y se estableció en Cuba, donde se conocieron. No tuvieron hijos pero sí muchos y buenos amigos que, a su regreso a España en los años sesenta, pasaban por el chalé. El argentino Alberto de Mendoza, Mary Santpere, María José Alfonso o Narciso Ibáñez Menta eran algunos de los habituales en Villabona, y de los que aún conserva memoria Juan Carlos Carballo, Litos.
Borras salía poco en Nava. En ocasiones bajaba al Cine Marisina con alguna celebridad del "show business". En las temporadas que descansaba en Villabona se dedicaba a la escritura y a pasear. Tecleaba su máquina de escribir a altas horas de la madrugada. Conducía un gran coche americano. Corresponsal de guerra, traductor, autor de obras como "La Rosa Azul" o "Un tal Adolfo Hitler", Borrás escribió una veintena de guiones de películas, y adaptó al cine obras de teatro suyas y de otros autores. Galardonado, admirado y respetado, murió en 1968. Pocos lo recuerdan en Nava. Marina falleció en Miami, a donde había regresado con sus dos hijos. Nieves murió en Nava, hace casi ya veinte años. A su lado estaba Isolina.
