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Cronista oficial de Nava

Juan Manuel

Nos deja a los 59 años "el alemán", un hombre hecho y derecho

La revuelta meteorología que nos está deparando abril, con xarabatos incluidos, y la tierra empapada están retrasando una costumbre tan arraigada en el medio rural como es la siembra de la patata. Y eso aunque haya gente que, como mi amigo Alfredo Posada, previsoramente, tenga llabrada la tierra, a la espera de mejor tiempo.

Es curioso esto de la siembra del sabroso tubérculo, cuyas dos maneras o sistemas más comunes y acreditados, al menos en la zona, son el de "a poza", más tradicional, y el de "a riegu", más innovador. Sin embargo, años ha, Paco el fontaneru, en una finca de Vegalloba, se vio apurado de tiempo para la siembra, por lo que, utilizando el ingenio, dejó sin llabrar la parcela correspondiente, procediendo, en cambio, a cucharla en condiciones y a depositar después la patata entre el terreno intocado y la capa de estiércol. Fue muy comentado este sistema, y también muy denostado, justo es decirlo, pero el resultado final, al parecer bastante bueno, dadas las circunstancias, dejó el asunto en tablas. Comentaba yo esta ocurrencia innovadora de Paco en la tertulia sabatina cuando el amigo Ramón Pandiella me dijo que conocía el sistema, y que, además, tenía un nombre.

-¿Y cuál ye, Ramón?

-Bueno, allí llamámoslu de "a cielo abiertu".

El pasado viernes 15 de abril falleció en Nava, a los 59 años, Juan Manuel Canteli Lafuente. Como es sabido, Juan Manuel inició conmigo su trayectoria deportiva en el juvenil del Europa. Futbolista sereno, fuerte, de buena planta, Juanma poseía técnica y sentido de la colocación, y como era rubio, tirando a pelirrojo, y jugaba como defensa, pronto le asociamos con la figura del zaguero alemán Schnellinger, rubio como él, y entonces muy famoso y conocido. De modo que, dentro del equipo, empezamos a llamarle así, hasta que, en algún momento, y por abreviar, pasó a ser conocido como "el alemán", apodo que él conservó hasta el final.

A lo largo de muchos años he tenido la suerte de convivir con chavales magníficos, que he podido ver convertidos, con el paso del tiempo, en hombres hechos y derechos. Juan Manuel era uno de ellos. Juanma, amigo, desde las voces con las que tantas veces te animé desde la banda, hoy sólo tengo, con el dolor, un deseo sincero: que descanses en paz.

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