Raúl Vigil Peón, un escritor novel. El pasado mes de marzo, durante la semana cultural que viene organizando el Ayuntamiento de Sariego desde 1996, se presentó este año "Lazos de papel", de Raúl Vigil Peón, la primera obra publicada por este joven nacido en la casa que construyeron en La Cuesta sus abuelos, Alejandro y Tina (q.e.p.d.), mis vecinos en La Piñera hasta 1966. Fue magnífico el resumen que hizo Raúl sobre las circunstancias por las que pasó su novela, desde que se decidió a escribirla hasta que consiguió editarla. Quien tenga la experiencia de transformar un folio en blanco en un escrito, donde cada palabra adquiere sentido por estar perfectamente empleada en el conjunto de lo que quiere decir, sabe que es una tarea plagada de dificultades. Gabriel García Márquez contaba que cada página de "Cien años de soledad" le supuso, como menos y en el mejor de los casos, un intenso día de trabajo dedicado por completo a escribir su famosa novela. Nuestro vecino explicó el significado del título de la ficción creada, cómo urdió la trama y fue, poquito a poco, llenando de letras la pantalla de su ordenador, no sin corregir o eliminar textos hasta que consiguió alcanzar el producto final, el más satisfactorio a sus pretensiones. Cuando alguien tiene vocación de escritor desea llegar al máximo de lectores posibles. Comienza entonces un tiempo nuevo, muy distinto a lo hecho hasta entonces, pero no menos complicado y difícil. Quienes carecen de pedigrí -e incluso buena parte de autores acreditados- han de recorrer una fase que bien pudiera llamarse mendicante: conseguir que una empresa editora de libros acepte la publicación de su trabajo, después de una previsión de costes y rentabilidad. Raúl no se arredró ante tal tipo de dificultades. Con toda valentía y decisión buscó soluciones y, en este mundo global, las encontró en la Editorial Círculo Rojo, El Ejido (Almería), que imprimió "Lazos de papel" en noviembre de 2015.
A la explicación de su libro siguieron las respuestas de Raúl a las preguntas de su presentador, Nacho Fernández Roza, así como un coloquio en el que cabe destacar las intervenciones de José Antonio Noval y de Marité González, animando ambos a que el joven escritor continuara con una obra de mayor extensión. Marité se ofreció, incluso, a contar lo que recuerda de su familia en Cuba, lo que podría completar con lo oído por otros muchos sareganos, conocedores de datos de la emigración asturiana a aquella isla.
Como dice la contracubierta de la novela, "'Lazos de papel narra el drama de una familia de campesinos de un pequeño pueblo asturiano, a principios del siglo XX. Una historia sobre el amor y la esperanza, la inocencia y el sentimiento de pérdida, con la lejana y exótica isla de Cuba como telón de fondo".
La acción transcurre en un lugar llamado Priedes, cien años atrás en el tiempo. Supongo que para muchos sareganos ese espacio de la ficción novelada es el que ha experimentado su autor en el paisaje de nuestro amplio valle circundado por montañas: el clima (en especial el viento), la vegetación, los animales y cultivos como el maíz; y es también la propiedad y el trabajo de la tierra para subsistir en un mundo complicado. Ese mundo coincidía con el que vivimos en nuestra infancia hasta la década de los sesenta, cuando empezaron a cambiar muchas cosas que desde entonces han ido experimentando un ritmo vertiginoso en el proceso histórico seguido hasta nuestros días.
Virginia Read Escobal, una escritora experta. Nacida en la segunda gran isla americana que pisó Colón, hija del abogado y político dominicano Mario Read Vittini (q.e.p.d.), autor de "Trujillo de cerca" (2007) y del tomo I "Ensayos Breves sobre Política y Democracia" (2010), del que dice Virginia: "desde muy pequeña mi padre me hizo consciente de la importancia de conocer y conservar la naturaleza". Nuestra amiga casó con un saregano, vive en Oviedo y acude con frecuencia a un rincón de Asturias, la casa de su marido en Vega. Aquí vuelve a su infancia recreando un tiempo en el que hace presente el pasado. Son la ternura, la comprensión de vidas humildes y el deseo de un mundo distinto -posible en su imaginación- características de su estilo literario.
Arquitecta graduada en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, ejerce de madre de familia que completa con el recuerdo de los paisajes, las situaciones vividas por gentes humildes de su tierra, descritas con voces eufónicas e incomprensibles para nosotros, creando espacios y personajes nacidos de la fina sensibilidad que impregna sus palabras y dibujos.
Escribe para niños y jóvenes desde la esperanza en un mundo mejor, más solidario y humano que el actual, y sueña que las utopías son realizables si se cultivan los espíritus desde escuelas enraizadas en lo próximo y regidas por personas como Nirse, maestra en Villa Guáyiga, o como Román, maestro en Hondo Valle, un pueblo de la montaña de la República Dominicana fronterizo con Haití, sin importarle la nacionalidad de los niños, tarea a la que se incorporó la bióloga estadounidense Katherine. Es condición indispensable echarle agallas a la cosa, realizar esfuerzos como los precisos para crear un conuco, porque "lo mejor en esta vida es trabajar la tierra y que ella te lo agradezca con su fruto"; o lo que dice la bióloga al maestro: "Estos niños tienen que soñar, Román, tienen que divertirse. Es tan corta su infancia que un poquito de fantasía tampoco está tan mal".
Virginia Read es autora de las obras que siguen:
1. "Tres moñitos no" y "Carlitos James busca un cundeamor" (2000).
2. "Días de sol radiante", Ediciones SM, finalista en el Premio Dominicano Barco de Vapor (2007).
3. "Noches de luna nueva", Ediciones SM (2008).
4. "El pacto de Guani", Alfaguara Infantil, Premio Anual de Literatura Infantil (2012).
5. "Lleva un libro en la maleta", editorial infantil asturiana Pintar-Pintar, tercer premio nacional 2012 a los libros mejor editados, premio Alfaguara Infantil (2013).
6. "La cocina de mi abuela". Ediciones Alfaguara (2014).
7. "Un maestro en la montaña" (Santillana Infantil y Juvenil, 2016).
¡Qué maravillosa ingenuidad! La profe Nirse sigue el consejo que, "cuando era chiquita", escuchó a su mamá:
"Cuando tengas un arduo trabajo por delante, y creas que es mucho para ti, imagina que ese trabajo es como un gran mantel y lo tienes que bordar entero, cuajadito de flores elaboradas, con muchos colores. Organízate. Todos los días coge tu aguja y cose aunque sean tres puntadas. Los días que puedas más, pues borda más. Pero todos los días da al menos tres puntadas. Trabaja siempre. Y antes de que te des cuenta, tendrás una obra que pensabas imposible de realizar y de acabarla".
¿Ingenuidad? ¿Han probado ustedes a dar, al menos, "tres puntadas cada día" cuando tienen ante sí "un arduo trabajo por delante"?
