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El termómetro

Demasiadas cosas

Dice Victor Küppers que nuestro entorno es una mierda por la crisis, el paro, la corrupción, etcétera. Yo diría, además, que se da algo muy contradictorio: tenemos demasiadas cosas. A la mayoría se nos hace duro llegar a fin de mes y, aun así, tenemos demasiado. Nos quejamos -quizá con razón- del desembolso que hay que hacer a principio de curso por los libros, el material escolar y demás, y a renglón seguido organizamos un despliegue digno de una gala de los "Oscar" para un cumpleaños o tiramos la casa por la ventana el día de Reyes (con algún "detallín" de Santa Claus por el medio). Todos caemos en ello sin remisión, y cada vez es más difícil ponerle freno. No es culpa de nadie. El entorno nos arrastra y nos dejamos llevar por él. Está claro que hay unos límites para todo, pero cada vez tenemos la manga más ancha para estas cosas.

Lo de la tecnología es, quizás, el mejor ejemplo. Hace poco me hablaban de un país de Centroamérica, no recuerdo cuál, en el que mucha gente vivía en sitios un poco mejores que una chabola pero tenían el iPhone 7. Preferían la calidad tecnológica que cualquier otro tipo de calidad.

No estoy en contra de esta manera de ver las cosas siempre que sea consecuente. Si te dices a ti mismo: "El sitio en el que vivo me importa menos que las fotos que me va a hacer el pepinaco de móvil que tengo" yo no lo veo mal. Y lo digo muy en serio. Yo en casa siempre escuché que el que por su gusto corre jamás de la vida cansa.

El problema está en que la mayoría de nosotros tenemos arraigado el mal por excelencia del Primer Mundo: el de la insatisfacción perpetua. Nos quejamos de que nuestro sueldo es bajo, de que a nuestro alrededor todo es un desastre, de que hay personas muy malitas en el mundo, etcétera, y lo hacemos casi siempre tecleando nuestro pepino de última generación y acompañando el texto con una imagen sorprendente de "nosecuántos" megapíxeles. Y casi siempre le damos a enviar desde el sofá o desde el chigre. Y después salen "megustas" como setas.

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