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Mañana sale el sol

Amigo de la infancia

En recuerdo de Ángel Naval

Desde el pasado viernes hay un defensor menos en el mundo de la infancia, de sus derechos y de los valores humanos, pero muchas semillas repartidas por él que han dado y seguirán dando frutos en Asturias.

Conocí a Ángel Naval, presidente de UNICEF Asturias durante quince años, hace más de una década, en una acción a favor de la organización que representaba en un colegio de Pola de Siero.

Después de presentarnos, me contó con orgullo que vivía en Siero, en La Fresneda. Tras años de amistad observé que en sus conversaciones siempre hacía referencia a su lugar de residencia, un lugar en el que se sentía querido y feliz.

Ya en ese primer contacto, hablamos de la situación de los niños y niñas que vivían en países en los que se vulneraban sus derechos, de cómo UNICEF conseguía realizar cambios en las leyes de los estados para mejorar las condiciones de vida de la infancia; conversamos sobre su pasión en los últimos años de su vida, su dedicación voluntaria, su aportación para conseguir mejorar el bienestar de los niños.

Ángel era una persona cercana, amigo de sus amigos, con la capacidad de transmitir sus inquietudes más altruistas con ese entusiasmo que solo quien las vive las puede contagiar.

Sus viajes a terreno, su familia, sus nietos, su esfuerzo por conseguir que los niños y niñas de Asturias tuvieran voz en sus ayuntamientos, su vida giraba en torno a la infancia. Recorrió nuestra región con su mano derecha, Pablo Moro, y Carlos Becedóniz de punta a punta hasta conseguir un hito: 31 municipios reconocidos a día de hoy Ciudades Amigas de la Infancia, el mayor porcentaje de toda España en número de habitantes.

Cuando alguien con el que has compartido muchas cosas se va, la cabeza se llena de imágenes de los momentos vividos, que quedan grabadas en nuestra memoria para siempre. Ángel estuvo en la inauguración de mi tienda en Pola de Siero, la primera fiesta en la plaza cubierta a favor de UNICEF, una visita que marcó un antes y un después en el colegio público de Granda, el día que me propuso ser parte de la Junta Directa de UNICEF en Asturias, reuniones, comidas y cenas en las que intercambiábamos impresiones de nuestras vidas personales y también disertábamos sobre nuestro interés común por la defensa de los valores y derechos de la infancia, sus conversaciones sobre su otra gran pasión, el jazz. Todo eso y mucho más deja esta gran persona en mi experiencia vital; en la de los niños y niñas a los que tuvo oportunidad de ayudar directa o indirectamente, indudablemente aún más.

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