No termina de desperezarse la temporada salmonera en Asturias, sin excepción alguna, y el déficit hídrico parece condenarla a no enderezarse, pero todos sabemos que esto de la pesca es imprevisible, fluctuante y variable. Cuando la resignación parece que ya llena las cestas y la barandilla del Puente Quinzanas solloza de aguantar tanto lamento, es el momento de pensar en que el problema no somos nosotros, los pescadores, y que podemos externalizar la culpa con argumentos. Se suele decir que los años en los que no hay temporales en muchas ocasiones, facilita que los barcos de latitudes más septentrionales salgan a pescar más en la mar nuestros salmones. Puede que sea uno más, pero el argumento casa perfectamente en coyunturas similares y este año los astros se han ordenado de la misma manera. A ver qué pasa.