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La serliana

Felipe III

Leo con interés que el Museo del Prado incorpora, en calidad de depósito, un retrato de Felipe III atribuido a Velázquez, descubierto y donado por William B. Jordan a American Friends of the Prado Museum; acontecimiento que viene a completar la obra del genio sevillano presente en una de las mejores pinacotecas mundiales y nos ilustra sobre el mundo cortesano del XVII.

Uno de los argumentos para su autentificación es la comparación estilística y técnica con los bocetos de la "La expulsión de los moriscos" -cuadro desaparecido en el incendio del Alcázar de Madrid en 1734.

¿Expulsión de los moriscos?

-Carro, piensa, refresca esos estudios con el profesor don Baudilio Barreiro Mallón.

Resulta que España en época de Felipe III -finales del XVI, principios del XVII- estaba en conflicto con turcos y berberiscos, que asolaban las costas levantinas y, según la historia interesada -la intrahistoria es otra cosa-, recibían amparo, información e, incluso, aliento de los antiguos musulmanes -moriscos- que se habían "convertido" al cristianismo en época de los Reyes Católicos y tras la desmembración del reino de Granada.

Se calcula que el censo en esa época era de unos 350.000 moriscos, incardinados en una población total para el conjunto de España del orden de ocho o nueve millones de almas.

Pues bien, Felipe III, para más señas, conocido como "el Piadoso", solucionó el problema mediante una decisión drástica: decretó su expulsión, y la Armada, entre 1609 y 1610, se encargó de su traslado a las costas norteafricanas. En total se contabilizan unas 300.000 personas las que, forzosamente, fueron desembarcadas en lo que hoy son Túnez y Marruecos.

El resto, los que no acataron la orden de expulsión, fueron perseguidos y encarcelados, y pasaron a formar parte del cuerpo de galeotes o mineros.

¡Caray con Felipe!, tan piadoso y tan radical.

En fin, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Eso sí, recomiendo a la United States Library of Congress que haga desaparecer las biografías de Felipe III, no vaya a ser que caigan en manos inadecuadas.

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