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El termómetro

¿Qué sabes de la Pola si no sales de la Pola?

Las limitaciones, la pureza y la contaminación y otras cuestiones sobre nuestro pueblo

Mi hermano puso el otro día en Facebook esta frase de Rudyard Kipling: "¿Qué sabe de Inglaterra quien solo conoce Inglaterra?" y yo, cuando la leí, me quedé un poco sobrecogido porque después de pasar años y años viviendo en el pueblo (todos los de mi vida salvo algunas vacaciones y viajes esporádicos, que tampoco han sido demasiados) es posible que no conozca nada de nada de la Pola.

Si todo lo que conoces de fuera es lo que viene a tu pueblo, estás un poco limitado, hay que reconocerlo. También es verdad que hay cosas que si no te las trajeran al lado de casa iba a ser difícil que las vieras, al menos en directo: una jura de bandera, un concierto de Leiva.

Pero, en cualquier caso, no salir del pueblo tiene esas limitaciones. Uno tiene carencias de vivencias "en directo" -porque en el mundo virtual está todo al alcance de la mano- y se siente pequeño, cojo.

Esta limitación, no obstante, es para según quién un motivo de orgullo, una especie de bendición. El pueblo, las cosas de toda la vida, la pureza de la tradición están mejor salvaguardadas en estos pequeños lugares que no tienen tanta biodiversidad como las ciudades grandes (o incluso como otros pueblos que han conseguido ser más cosmpolitas Dios sabe por qué) y esa pureza es, para muchos, una virtud.

Yo, sin embargo, aunque creo firmemente en el valor de las raíces y no soy partidario de las ciudades, también creo que la pureza está siempre al filo de la endogamia, y por eso soy más partidario de la contaminación. No la del aire -quién puede serlo- sino la de la cultura. Aunque hay muchísimos que prefieren lo contrario, tengo para mi que cuanto más diversidad étnica, idiomática y social haya, más rico será el pueblo.

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