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Los últimos druidas

Las estaferias son de todos

Un sábado al mes, incluso dos, salíamos los nenos y los adultos a trabajar en las estaferias. Una reunión previa para fijar el lugar donde se desarrollaría la labor y luego un vecino de cada casa con el resto del vecindario acondicionaban, en grata convivencia, un camino, un muro, una fuente, un lavadero, una fastera para quemar arbustos y matorrales, incluso el río. Había alegría, corría el vino y, entre cuentos y chistes, la obra quedaba lista al acabo de varias horas. Se hace inevitable volver a estas reuniones, aunque ya seamos los contados con ambas manos, los dispuestos a empuñar fesorias, palas y hoces. Caminos y montes, pastos comunales y las fuentes, son de todos y todos tenemos la obligación de cuidar este patrimonio. Algún día las zarzas lo invadirán todo y luego vendrán las lamentaciones, como siempre. En Candamo están dispuestos a volver a aquellos trabajos comunitarios para erradicar basureros piratas y las huellas del caballo de Atila que por donde pasaba todo lo destruía. Es un ejemplo a tomar si queremos dejar un mundo más limpio para los que vienen detrás. Gracias en nombre de ellos.

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