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Dando la lata

Reales

Las trabas para la visita de la Guardia Real a Mieres

O sea que si la Guardia Real no es bienvenida en Mieres -un lugar que presume de acogedor-, tampoco ha de serlo el Real Oviedo ni el Real Sporting de Gijón ni, por descontado, el Real Madrid. O la Real Sociedad. O el Real Betis. Es más, un republicano mierense rehusará invitación alguna para asistir a espectáculos en el Teatro Real, en Auditorio Príncipe Felipe. Ni se aproximará al Palacio Real. Ni consentirá ser atendido en ningún hospital con nombre relacionado con la monarquía. Ni consultará el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. Todos los citados más el mogollón de omitidos no son bienvenidos en la ultra republicana Mieres, donde la apología de la monarquía se castiga con el desprecio y la puerta cerrada. Reino de España, Principado de Asturias, República de Mieres. Luego nos preguntamos por qué los dineros forasteros no se detienen a invertir aquí. Vienen, ven, oyen, leen y salen por patas.

Se entiende que la Guardia Real es Real porque es la unidad militar encargada de proteger al Jefe del Estado que, a fecha de hoy, según la Constitución aún en vigor -aunque maltrecha- es el Rey. De ahí lo de Real. No es que los componentes de la unidad sean monárquicos, que de todo habrá. Pero como mañana España será republicana, la Guardia Real pasará a ser Republicana, continuando con la misión de proteger al Jefe del Estado, el Presidente. A no ser que se disuelva la unidad, por haber sido Real. Que tampoco sería de extrañar que se reclamara, visto el percal.

Se dice que el diablo, cuando se aburre, con el rabo espanta las moscas. Aburridos están los promotores del boicot a la visita de la Guardia Real. Ni Mieres es un ayuntamiento republicano -es un ayuntamiento asturiano y español en el que convivimos republicanos, monárquicos y mediopensionistas, entre los que me incluyo-, ni la presencia de la Guardia Real supone exaltación alguna de la monarquía, sino una oportunidad de conocer a un grupo militar muy especial y de disfrutar contemplando unos caballos maravillosos.

Desde luego, así como la familia real parece haberse conjurado para poner punto final a la monarquía, hay republicanos determinados a que tengamos reyes para rato. Para perplejidad de la mayoría.

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