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Dando la lata

Fuera del camino

Mieres le da la espalda a la ruta del Salvador

O sea, que somos los únicos de los alrededores que llevamos el apellido "del Camino" y seguramente seamos de los que más pasan del tema del Camino de Santiago. Porque lo hemos dejado de lado, como si no existiera, como si molestara, como si nos avergonzáramos de ello y quisiéramos esconderlo. Pero la ruta de El Salvador, una de las variantes del Camino, pasa por Mieres. Y por eso Mieres se llama Mieres del Camino. Porque si no esta villa se llamaría igual que el Mieres de Gerona. Pero parece que no lo queremos ver. Y a los peregrinos que pasan por aquí, que son más de los se podría suponer, les damos refugio lejos del centro urbano, como para evitar el contacto, para que no nos hagan preguntas tan incómodas como "¿acaso no quieren ustedes que el Camino de Santiago pase por su localidad? Porque lo parece".

Y miren que está comprobado que es negocio, que los caminantes mueven la economía de los lugares por los que pasan. Y no te digo nada si, además, se quedan a dormir. No hay más que echar un vistazo a los pueblos castellanos que están en el Camino. Pues aquí no hay manera. Y encima, este trazado, gracias al pasotismo general, ha quedado fuera de la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO. Porque no interesa. "El peregrino que va a Santiago y no pasa por El Salvador, visita al criado y se olvida del Señor". Pues a nosotros el criado y el Señor nos importan un bledo, y los que gastan las suelas de los zapatos de acá para allá también. Y nos permitimos el lujo de dejar que escape otra oportunidad de hacer algo más que quejarnos en el chigre. Por cierto que, ahora que hablo del chigre, el otro día pasó por delante de uno de ellos un mochilero asiático con pinta de extraviado, como tratando de orientarse. El personal lo observó como a un bicho raro y nadie hizo el menor ademán de echarle una mano. Pasó en una dirección; pasó en otra dirección; y ya no pasó más. Mientras tanto, los mierenses allí presentes, en las terrazas, en el interior de los bares, a lo suyo, a verlas venir y a protestar porque no llegan.

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