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Investigadores eméritos del European Centre for Soft Computing de Mieres

Apenados y avergonzados

La falta de respuesta política a una apuesta por el I+D como es el centro de Soft Computing

Hace pocos días, todos los empleados del Centro Europeo de Soft Computing hemos recibido una carta oficial del presidente de la Fundación propietaria del centro, anunciando que se va a aplicar un ERE despidiendo a 13 personas. Como en total ya sólo quedamos 29 empleados, descontando al director y al gerente quedarán 14 entre técnicos, administrativos e investigadores. ¿Finalmente, permanecerán diez investigadores? De ser así, o algo parecido, ¿será concebible seguir llamando Centro Europeo de Soft Computing a lo que quede? Más parece que el rimbombante nombre va a quedarle ancho a lo que pretenda designar. La carta, fechada en Oviedo y no en Mieres donde reside la Fundación y sin registro de salida ni papel oficial, encabezada con un "Muy Sr. Nuestro" y obviando el tratamiento que les corresponde a los investigadores (la mayor parte doctores y algunos profesores, con incluso un par de ellos doctores Honoris Causa, premios internacionales y poseedores de diversas condecoraciones), algo típico en una carta oficial en el mundo de la investigación, nos ha hecho caer en la cuenta de que los patronos no ven ahora y supuesto que nunca lo hayan visto, al centro como uno de investigación sino como un negocio que, naturalmente, es deficitario como tal. Ningún centro de I+D de las características de lo que se pretendió con el ECSC es, ni puede ser, un negocio; por lo menos a un plazo no breve y midiéndolo con resultados económicos; no son esos los resultados que hay que contabilizar y creemos que los sindicatos mineros lo tenían claro cuando en 2005 apoyaron su creación y en 2010 un aumento de los fondos mineros; por lo menos, podemos asegurarlo de sus líderes de entonces.

Hemos tenido, además, la oportunidad de ver y escuchar el vídeo de la interpelación que, en la Junta General del Principado, se le hizo al Consejero de Economía y debemos decir que su respuesta al Sr. Prendes nos resultó muy, muy sorprendente.

¿Qué quiso decir con que el centro tuvo pérdidas de entre un millón doscientos mil y un millón ochocientos mil euros? Veamos. El centro no tiene, a día de hoy, deuda alguna aunque si algún deudor y, además, no es el caso que los doce millones y pico de inversión inicial se hayan gastado en las actuaciones corrientes de su actividad; como el Consejero debería saber, cuando los patronos establecieron aquella cantidad inicial, "olvidaron" contabilizar por lo menos tres partidas importantes: Lo que la Fundación abona a la Seguridad Social de los salarios que paga (su 33%, según creemos), los gastos de instalación y traslado, así como el coste de lo que se abona a la Universidad de Oviedo por la ocupación de locales (que ha variado entre 50.000 y 70.000 euros/año). En 2010 se calculó que eso representaba un déficit de tres millones de euros, los sindicatos mineros lograron que se acordase su abono desde los fondos mineros, pero el Principado nunca firmó el correspondiente convenio. Por lo tanto, el centro no ha contado en sus casi diez años de funcionamiento sino con algo más de 9 millones netos que dan un gasto medio anual de alrededor de un millón de euros. Con ello, el gasto anual que, también en promedio, supere esa cantidad sólo puede atribuirse a dinero obtenido gracias a la actividad del centro. Merecería la pena saber, en esos casi diez años, cuánto dinero ha entrado como autofinanciación; sabemos que desde 2012 esta ha oscilado entre el 35 y el 50%.

Por si no se conoce, nos permitimos añadir que desde 2012 y ante la finalización del remanente de la cantidad inicial, depositada en Liberbank desde 2006 y que aún no se ha agotado del todo, se han visto limitadas las actuaciones del centro; como muestra, un botón y referente a uno de nosotros quien, desde 2012, no ha podido contar con ningún colaborador, ni pre ni post doctoral, cuando ello se creía "garantizado" tanto por lo tratado antes de 2006, como por cuanto se había venido haciendo desde ese año. Tanto la carta recibida, más típica de una empresa comercial que de una Fundación para la I+D, como las palabras del Consejero, llevan seriamente a dudar que los patronos entiendan qué debía ser el ECSC.

Es, por otra parte, una lástima que ni el Presidente del Principado, ni el Consejero, hayan respondido nunca a los escritos del segundo firmante de este artículo; ni que no le hayan querido recibir para explicarles la visión del centro que, diseñada con el profesor Zadeh, llevó a su creación.

En suma, una pena y tal vez también una vergüenza. Por lo menos, nosotros dos nos sentimos apenados y avergonzados.

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