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Velando el fuego

Salvo un nuevo descalabro

El fútbol y los resultados de las últimas elecciones generales celebradas en el país

En una de mis lecturas a los periódicos (la dueña del bar en donde acostumbro a tomar mi descafeinado matinal me dice siempre que "estudio" la prensa), encontré un título apropiado para comenzar esta breve crónica. Cierto es que a los diarios deportivos les echo sólo un vistazo de pájaro, pero, en esta ocasión, fue suficiente para darme de bruces con la frase de la portada en la que Benítez, el entrenador del Madrid, se mostraba convencido de seguir en su puesto, salvo, eso sí, un nuevo descalabro.

De inmediato, establecí un parangón entre el terreno deportivo y el político, dos rectángulos de juego con más similitudes de las que pudiera parecer, y ello, porque la noche anterior, en un programa de radio, algunos contertulios hacían referencia a la delicada posición de Pedro Sánchez, al que no sé bien si denominar el capitán del equipo del PSOE o sólo uno de los puntas más adelantados.

Visto el número importante de votos perdidos por el partido en las recientes elecciones, había quien apuntaba a la persona que había encabezado la lista. Pero como todo en la vida tiene su envés y su revés y, por tanto, basta con darle un giro a los ojos para que se vuelvan en la dirección que nos interesa, se hacía mención a la serie de dificultades que había tenido que salvar el PSOE, por lo que, visto ese bosque de obstáculos, quizás no fuera desacertado concederle una prórroga al primer espada. "Salvo un nuevo descalabro", para que nos entendamos, venía a comentarse en la tertulia.

Pillado entre heridas, adversidades y otras desafecciones, me dio por pensar en el tiempo que tardan las cicatrices en sanar. Un cómputo que, en general, es bien distinto en ambos campos. Para los entrenadores, todo puede cambiar de una semana a otra: si por mala suerte no se gana ese partido de gracia o el árbitro nos pinta un penalti inexistente o el balón se empeña en golpear el larguero, sin atreverse a penetrar en su interior. Mientras que, por el contrario, la prórroga de las confrontaciones políticas acostumbra a ser más larga (cuatro años, por lo común).

Sin embargo, en esta ocasión podría suceder que también el tiempo de los políticos comenzara a adelgazar, visto el equilibrio que se produjo en las recientes elecciones. Pues a partir de ahora, y mientras se sortean los campos, una promesa incumplida, unos apoyos equivocados, un órdago fallido a la hora de formar gobierno podrían suponer un obstáculo insalvable para quienes están en la cuerda floja. Y, en consecuencia, tener que entrar en el túnel de vestuarios antes de tiempo.

He deseado siempre que el campeonato de liga fuera más plural y democrático, de modo que no sucediera como hasta la fecha, en que dos equipos se disputan siempre el título, sin posible rival (salvo excepciones) que pueda malograr sus planes. Un deseo que, no hace falta arrugar mucho el entrecejo, está lejos de cumplirse. Aunque, por lo que respecta al terreno de juego político, las cosas, por fortuna, están comenzando a cambiar. Ya no se trata sólo de dos contendientes que, con todos los recursos a su favor, se meriendan en un santiamén al resto. Y casi siempre sin contemplaciones. Ahora han entrado en competición otros equipos, y, a la vista de los resultados del 20-D, no hay duda de que los espectadores lo han agradecido. En este caso, algo es mucho.

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