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Velando el fuego

Fumar no mata

La polémica por si "Hacienda somos todos" es sólo un eslogan

No se sorprenda. A veces las cosas son así, aunque nos hayan dicho que, en realidad, tenían un color distinto. Piense en una novela o en una película o en alguna de esas canciones que tanto le gustan. Y, de pronto, imagínese que todo es pura falsedad, cambalache en estado puro, ficción de las que se repiten todos los días. Que la vida es como la letra del tango de Carlos Gardel: "Verás que todo es mentira / verás que nada es amor?", o, profundizando en la escala musical, puede acercarse a la primera parte de una cita de Cervantes: "La falsedad tiene alas y vuela". Claro que si quiere darse un aire, un pequeño respiro en este mundo en el que "es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador?", recuerde la cita de Campoamor: "...nada es verdad ni es mentira, que todo es según el color del cristal con que se mira". Hay mucho truco donde escoger, muchos espejos que son, a un tiempo, el envés y el revés de la realidad, según la posición que cada cual tengamos en ese momento. Y, además, no olvide que la tragedia y la comedia representan mejor que nada el mundo de ficción en el que nos desenvolvemos a diario.

Insisto en que el fumar no mata. Incluso le confieso que, además de alegrarnos la vida, sirve también para alargar la salud de nuestros bolsillos. ¿Qué no se lo cree? En ese caso, acérquese hasta Hacienda. Me refiero, claro está, a esa Hacienda que existe pero que no existe a la vez, a esa frase de que "Hacienda somos todos" y, de pronto, usted se da cuenta de que "todos" son sólo usted y un montón de personas como usted a las que les sale una declaración positiva y tienen que devolver hasta el último centavo, o se equivocaron en la desgravación del IRPF y tienen que sudar la gota fría para poder pagar la diferencia. Y no digo nada si han confundido la cruz de la iglesia con el empate de su equipo favorito en la quiniela semanal.

Olvídese de la nicotina. Que no le engañen. Que sus pulmones están sanos, por muchos paquetes de tabaco con los que se haya obsequiado al finalizar la jornada. Que no le asusten con lo de la irritabilidad, nerviosismo, náuseas o la falta de concentración. Ríase de la úlcera en el estómago, de la hipertensión arterial, de la bronquitis crónica, del enfisema pulmonar y de las enfermedades cerebrovasculares. Olvídese de que el tabaco es una droga y hasta del cáncer de pulmón, que más se parece a "El hombre del saco" con el que nos amedrentaban de niños.

Todo es publicidad, lo ha dicho bien claro la Abogacía del Estado cuando ha pedido que se archive la causa contra la infanta Cristina. El argumento, ya saben, es que el lema en cuestión: "Hacienda somos todos", debe circunscribirse al ámbito publicitario. A fin de cuentas, se trata sólo de anuncios, de adorno de vallas, de frases esculpidas por algún aspirante a cartelista.

O sea, que a fumar, que son cuatro días. Disfrute mientras pueda y le quede dinero para sus vicios. ¡Ah!, y por su aún tiene alguna duda, cúrese en salud. Fume tabacos de primera calidad: ducados rubios, habanos de regia estirpe, puros elaborados con sellos dinásticos. Son resistentes a los pulmones y refractarios a cualquier tipo de daño. Duran años y años y, además, están siempre protegidos por la publicidad, que no es, precisamente, ningún asunto baladí, sobre todo en estos tiempos que echan humo por todas partes.

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