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Desde mi Mieres del Camino

La huella de jugadores del Caudal Deportivo

Las historias blanquinegras de Goyín, Adauto, Lombás y los hermanos Sport

Al margen de la "huella" de quienes como jugadores del Caudal Deportivo de Mieres llegaron más tarde a lucir el entorchado de internacionales, como son los casos de Tati Valdés (La Maquinona) del Sporting, J. R. Fuertes y José Carrete, desde el Valencia C. F., o de Berto como elemento indiscutible del Oviedo. Sin olvidar a aquellos que en su larga trayectoria escribieron una página de especial relevancia, como J. A. Ruizdiaz "Moli" que fue jugador, capitán y presidente del Club, de los que tiempo habrá de plasmar aquí su efemérides. Hoy toca dejar constancia de cuatro casos realmente excepcionales que, en distintas épocas, sentaron cátedra digna de mención.

Por orden cronológico detenemos la mirada en la figura de un tal Adauto Iglesias que, según escribió Sarmiento Birba, recordado cronista asturiano, después de su paso por el conjunto caudalista, donde dejó santo y seña de gran guardameta, en marzo de 1948, firmó nada menos que por el Real Madrid, tras el seguimiento que hicieron de él varios ojeadores por orden expresa de Santiago Bernabeu. Allí estuvo cinco temporadas, alternando las primeras con el internacional Bañón, hasta que fichó por el Celta de Vigo donde se mantuvo como titular cuatro temporadas. A continuación, y por razones extradeportivas, emigró a Australia y adquirió su nacionalidad para poder seguir jugando y llegó a entrenar con la selección nacional del citado país. Adauto Iglesias falleciendo en septiembre de 1991. Como anécdota cabe decir que era tío carnal, por parte de la madre Carmen, de los hermanos Ablanedo, José Luis y Juan Carlos, ambos jugadores en el Real Sporting de Gijón, y el segundo de ellos con el entorchado de internacional. Nacidos los dos en Mieres, hoy día desarrollan labores profesionales en la villa playera, tras los estudios universitarios, uno como ingeniero y el otro como licenciado en derecho.

Posiblemente no sea factible encontrar un caso similar, en el que cuatro miembros de una misma familia, todos ellos hermanos, militasen en el mismo club. Según cuenta Alberto Argüelles, en el álbum de los "75 años de historia del Caudal", es el caso de los Sport, saga harto conocida que vistieron la elástica blanca en distintas épocas. El mayor, Pepe Sport, se fue del Caudal para militar en el Albacete, Real Madrid, Real Oviedo y Torrelavega. Raúl, defensa como él, coincidió en el Albacete con su hermano, aunque luego se iría a Portugal, donde perdió la vida en un accidente de autobús de su equipo el Guardia F. C.. A Luis Sport se le consideró el de mayor proyección y como dato significativo se recuerda el gol que le hizo a Berbes, jugando con el Vetusta en Buenavista, al introducir el esférico en la portería contraria desde el centro del campo, pero, ¡cuidado!, de cabeza. Y por último César, llamado cariñosamente Sporín, que no pasó de las categorías regionales por una lesión coronaria.

Es Celso Fernández, compañero en las tareas informativas como director de COPE-Mieres, quien cita la aureola de otro caudalista llamado Gregorio Villagrá "Goyín" del que asegura que "no se había visto a nadie parar el balón con el pie como este mierense". Así fue que enseguida el Real Oviedo le echó el "guante" debutando en la capital, el 4 de enero de 1942 contra el Sevilla. Se cuenta que en un momento determinado la defensa despejó un balón alto y sin contemplaciones, Goyín recogió en sus botas de forma magistral el esférico que descendía de las nubes, lo jugó hacia la posición de Herrerita y gran gol. ¡El asombro levantó de sus asientos al graderío! Por eso al conjunto de la capital nunca le dolió las 35.000 pesetas del traspaso, puesto que, a pesar de ser de aquella el futbolista más caro, resultó a la larga para los oviedistas el fichaje más rentable, ya que con el discurrir del tiempo el conjunto carbayón fichó a siete interiores y ninguno fue capaz de arrebatarle el puesto a Goyín, quien continuó formando en la llamada "delantera eléctrica del Oviedo" con Antón, Goyín, Echavarría, Herrerita y Emilín. Tras diez años con los azules, Gregorio Villagrá retornó a su cuna y jugó una temporada más con el Caudal y otra con el Deportivo de Turón, para colgar las botas a los treinta y siete años.

Una vez más es el portafolio de aquellas "bodas de platino" del conjunto mierense quien presenta otra figura, en la palabra escrita de Tito Rogar, que, para los seguidores del equipo blanco alcanzó relieve, tanto por sus condiciones deportivas y aportación a los éxitos del Caudal, como su posterior trayectoria de ciudadano afincado, casado y residente, por fortuna aún hoy día, en la villa de Teodoro Cuesta.

Al igual que otras muchas figuras del balompié, tal es el caso de Agustín "Munuaga", también residente en Mieres, o Apolinar Ruiz "Poli", éste desgraciadamente desaparecido, a Mieres llegó, en diciembre de 1956, Emilio Lombas, procedente de la Cultural Leonesa, con intención de fichar por el Caudal, jugando un partido amistoso de prueba frente al Valladolid que militaba en Primera División. Fue tal su extraordinaria actuación que al día siguiente quiso ficharlo el Oviedo, pero como él había dado su palabra a los rectores mierenses, aquí se quedó durante seis años, como titular indiscutible, por su rapidez corriendo la banda en la demarcación de extremo izquierdo. Militó también en la Felguera Siderúrgica antes de la fusión del U. P. Langreo, luego en el Luarca y finalmente colgó las botas en el Santa Marina. Afincado en la capital del concejo, contrajo matrimonio con Nieves Alvarez, de la popular familia de Los Boleros, tiene tres hijos, un varón y dos mujeres, y se integró totalmente en la vida social de este pueblo. En su haber, como señal identificadora, está el hecho de que fue uno de los fundadores, asumiendo el cargo de vicepresidente, de la Asociación de Veteranos del Caudal Deportivo.

He aquí pues, cuatro testimonios muy especiales de una larga vida, la del Caudal de Mieres que, dentro de tres años alcanzará el primer siglo de su historia. Cierto que aún existen otros rasgos de su quehacer deportivo, humano y social, como una pieza más del conjunto vital de esta tierra asturiana. Tiempo habrá, con la suerte a favor, de plasmar, en estas páginas, esas efemérides de un recorrido singular que, en estos momentos, cuando el presente trabajo ve la luz, está a punto de optar a un nuevo escalón de éxito, con el posible cambio a una categoría superior.

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