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Dando la lata

De cacos y cacas

Oigan, que esos robos "cariñosos" que fueron noticia en Oviedo y Gijón también se han producido aquí, en Mieres. Se le viene a uno encima una señora fingiendo conocerte, contentísima de haberte encontrado, te abraza quieras o no y te manga la cadena, la cartera o lo que sea que lleves un poco descuidado. Eso sí, con mucho cariño. Por lo menos tienen el detalle de no amenazarte con un cuchillo ni darte un meneo que te manda a la cama del hospital. Y lo del coche que se detiene a tu lado para preguntarte algo, una dirección, por ejemplo y tú todo lleno de buena voluntad te aproximas y zas, adiós al peluco o al bolso, también ha pasado. Por cierto que eso estuvo a punto de sucederme en Oviedo pero, no se por qué, como que me dio mala espina y no me arrimé a la furgoneta blanca. Querían ir para Santander, pero preguntado con un acento de bastante más allá del Sardinero. Y de Budapest.

Tengan cuidadito, anden un poco más alerta de lo habitual, desconfíen de esos supuestos "conocidos" que nos son totalmente desconocidos y si les piden alguna orientación, mantengan la distancia de seguridad. Por si acaso.

Por otra parte, por más que se insista en el tema parece que no hay manera y continuamos obligados a sortear caquitas y cacotas de perros en las calles de Mieres. Ni la amenaza de cuantiosas multas ni de vigilancia policial de paisano ni nada. Los cerdos siguen sin retirar los excrementos de sus mascotas. Y con absoluta tranquilidad, por lo que se puede observar, porque los "regalitos" también aparecen en el puritito centro, por donde pasa mucha gente. No les digo nada del estado de las aceras en las afueras. Es evidente que las advertencias municipales no están calando en la piara. Y no se qué más podría hacerse. Por las buenas, nada. Por las malas, ídem de lienzo. Y, como ya me contó algún vecino, si se te ocurre llamarle la atención al marrano, todavía te cae un improperio, cuando no una amenaza. En fin, no desesperemos y sigamos insistiendo. Llegará el día en que predominen la urbanidad y el sentido cívico. Lo sé, me he dejado llevar. Pero soñar aún es gratis.

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