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Velando el fuego

La mirada larga

La necesidad de hacer progresar la sociedad y de alcanzar una igualdad definitiva y real entre hombres y mujeres

Mientras en nuestro pequeño mapa político se siguen agitando de continuo fantasmas de todo tipo, con el principal objetivo de preservar un "equilibro estable" (así denominan al desequilibrio profundo que nos gobierna quienes sólo aspiran a repetir el régimen de turnos de la Restauración: alternancia en el poder de dos grandes formaciones, sin opciones a dejar entrar aire fresco en la cámara), en el ancho mundo, como repite el tópico, se producen convulsiones profundas (en algunos casos, más se parecen a un huracán con efectos devastadores, a un tsunami de gigantescas olas), que, a pesar de la lejanía, guardan estrecha relación con lo que sucede en sociedades como la nuestra.

Entre los ejemplos numerosos que se podrían citar: corrupciones, mentiras, guerras o manipulaciones entre otros tantos (véase el reciente asesinato de 16 personas, entre ellas 3 niños, a tiros por las fuerzas fronterizas turcas) nos llegan desde América las declaraciones del republicano Donald Trump, precandidato a la presidencia de Estados Unidos. Cierto es que una mala semilla no tiene, necesariamente, que producir malos frutos en el huerto; pero no es menos verdad que su sola presencia puede, en ocasiones, resultar muy perjudicial, como es fácil demostrar a lo largo de la historia. Y, sobre todo, cuando de labrar el huerto del futuro se trata. Sus palabras, dichas recientemente -sugiere castigar a las mujeres que aborten-, y de las que informó este diario, son todo un muestrario de incitación a la violencia contra las mujeres, y, al mismo tiempo, un adelanto de cuál es su ideario social. Trufado, por cierto, de las peores amenazas que se agitan contra la medida histórica adoptada en 1973 por la Corte Suprema de los Estados Unidos de legalización del aborto.

Que el océano Atlántico sea un enorme cuerpo de agua salada que nos separe de América no impide, en absoluto, que por entre sus corrientes se filtren de continuo las decisiones políticas, económicas, sociales o de otro tipo que allí se adopten (algo que a cualquier persona interesada en el tema le resulta familiar). Habrá quien piense que América está muy lejos, que recuerde que "la distancia es el olvido", como canta el bolero, o que nada tiene que ver la "Garganta Profunda" de América -el vergonzoso Watergate- con la otra más democrática y rica en valores comunitarios. Pero, en todo caso, convendría ampliar la cita de Einstein: "La palabra progreso no tiene ningún sentido mientras haya niños infelices". Y añadir que lo mismo sucederá mientras haya mujeres que no se puedan desarrollar en libertad o no se tenga el debido respeto al medio ambiente, pongo por ejemplo.

Regresando a nuestro país, y a poco que se abran los ojos, no parece difícil ponerse de acuerdo en que los grandes poderes económicos -los de aquí y los de fuera- que están detrás de la campaña política que se está dando estos días para la formación del Gobierno, no se muestran tan preocupados por la "inestabilidad" (a fin de cuentas continúan gobernando los mercados) sino por la entrada en el parlamento de fuerzas de disenso. Y, por lo mismo, es necesaria una "mirada larga", para evitar "pasos cortos". Una mirada en la que las mujeres, al contrario de algunas mareas negras que nos llegan desde el otro lado del Atlántico, alcancen de una vez, y por todas, el protagonismo que se merecen.

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