La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Dando la lata

Bailemos el bimbó

Creo recordar que fue Einstein el que afirmó que el ser humano viene a utilizar alrededor del 10% de su capacidad cerebral. Para mí que igual lo decía por él, porque estoy seguro de que yo no alcanzo ese nivel ni de lejos. Y a las pruebas me remito: hace unos cuantos días, antes de meterme en la cama, cometí la torpeza de ver uno de esos programas de recuerdo de los grandes éxitos musicales de tiempo atrás. Y allí apareció Georgie Dann. Como siempre que hay un programa recopilatorio de estos. ¿Y qué cantaba Georgie Dann? Pues nada más y nada menos que "Bailemos del bimbó". Y tuve la terrible desgracia de que la cancioncita se me incrustó en lo más hondo de la sesera, entorpeció mi sueño, ahí seguía presente al despertar y me pasé la jornada completa tarareando "Bailemos en bimbó, que está causando sensación". Qué manera de sufrir. Qué día tan espantoso.

El caso es que era domingo, hacía un sol espectacular y salimos de excursión a Somiedo. Conduje tarareando el bimbó. Caminé durante horas tarareando el bimbó. Ni el disfrute de contemplar la asombrosa belleza del Lago del Valle fue suficiente para acallar al pelmazo de Georgie retumbando dentro de mi cocorota. Ni un oso adulto eructando junto a mi oreja lo habría conseguido. Y zampé mi bocata de tortilla tarareando el bimbó. Y conduje de vuelta tarareando el bimbó. E ideando horribles formas de asesinar a Georgie lenta y dolorosamente. Una vez en casa recurrí a todo, a los auriculares a todo gas, a gritar, a golpearme la cabeza con el rodillo amasador, al lavado enérgico de los oídos, a todo. Solo logré ponerlo peor. Contagié a mi pareja. Y me culpó de ello, con razón.

Bueno, pues ya ha pasado una semana y "Bailemos el bimbó" continúa sonando incesantemente en mi interior. Ninguna terapia ha dado resultado y estoy abatido, enloquecido, desesperado. Acabo de leer en internet que en los casos más graves es posible liberarse de este suplicio haciéndolo público, extendiéndolo, contagiando a cuantos más, mejor. Lo lamento por ustedes, pero no puedo más. Venga, todos juntos: Bailemos el bimbó, que está causando sensación.

Compartir el artículo

stats