La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Dando la lata

Patas arriba

Madre mía, qué espanto. El primer cuarto de hora del telediario es una secuencia ininterrumpida de atrocidades. Matanzas, explosiones, incendios, bombardeos, asesinatos... Un horror tras otro. El ser humano, la cumbre de la creación, ha logrado tener el planeta Tierra patas arriba. Vamos camino de convertirlo en un lugar invivible. Donde no nos estamos matando destruimos toda belleza, el patrimonio natural, transformamos los mares en pozos negros y la atmósfera en el filtro de la campana extractora. Y nos seguimos asesinando por religión, política, raza, género y, sobre todo, dinero. Los astronautas dicen que la visión de este planeta desde el espacio es lo más hermoso que se puede contemplar. Aquí abajo las cosas se ven de otro modo. Es desolador asistir a la tenaz determinación de hacer nuestra existencia insufrible. Lo se, la inmensa mayoría de humanos tan solo quiere vivir pacífica y razonablemente bien. Pero no nos dejan. Y nos embarcan en guerras, experimentan con nosotros y somos los que pagamos los platos rotos. La mansa mayoría está en manos de unos pocos, porque comparativamente son pocos, que concentran toda la potencia del mal. Y, eso sí, el mal es muy potente. Mueren cientos de miles de niños a causa del hambre, las enfermedades, las bombas, las balas de fusil. Hombres y mujeres inocentes tratados como mercancía, vidas a las que se arrebata su valor. En un mercado de Bagdad, en una discoteca de París, en un poblado sudanés, en un bosque español, en una patera en el Mediterráneo, en un colegio norteamericano... Destrucción y más destrucción. Lo siento, pero este telediario en el que nada más que se exhibe lo peor de la condición humana me ha provocado una profunda tristeza. Y desánimo. Mucho desánimo. Vamos camino de dejarle a la próxima generación un legado catastrófico, un mundo irrespirable, un lugar al que es mejor no llegar. Tanta técnica, tanta ciencia, tanto aparataje, tantos ceros y unos para qué. Para morir por las mismas causas que hace quinientos años. Por fanatismo, por codicia, por intransigencia. No hemos aprendido nada en este largo viaje. Buf, lo voy a dejar por hoy. Ese maldito telediario me ha hecho daño.

Compartir el artículo

stats