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La hercúlea tarea del experto

La dificultad de ordenar y sacar provecho de la plantilla del Ayuntamiento de Mieres

Leo que el Ayuntamiento de Mieres acaba de contratar a un experto para que diseñe su reorganización laboral. Creo que la palabra que define mi estado anímico ante la noticia es escepticismo. Porque los intentos anteriores fueron fallidos y costosos. Al experto, Rafael Jiménez Asensio, por lo que pone el periódico, no le faltan formación ni experiencia. Sin embargo, me parece poco probable que alguna vez haya tenido que lidiar en una plaza tan complicada. Va a necesitar mucha suerte si es que también, además del diseño, le va a corresponder la tarea de echar a andar las novedades. De no ser así, el que necesitará suerte, y mucha, será el concejal de personal, el cargo político municipal que siempre es el primero en quedar chamuscado.

Dicen los que saben de estas cosas que la estructura laboral de nuestro Ayuntamiento es una calamidad, lo que contribuye a que, aunque se quiera -que tampoco es que se quiera mucho- las cosas no se pueden hacer mejor. Y eso repercute directamente en la calidad del servicio prestado al ciudadano. Hay departamentos superpoblados sin necesidad alguna y los hay claramente faltos de personal. Hay puestos llave que dependen de una única persona que, como suele ocurrir, cause baja temporal, quedan bloqueados hasta que se produzca la reincorporación. De los 400 empleados municipales, hay unos cuantos que no trabajan nunca porque no quieren; otros trabajarían si tuvieran algo que hacer, alguna labor asignada; unos cuantos más -pocos pero muy significados- trabajan sistemáticamente a la contra, esto es, haciendo lo posible para que todo vaya a peor y, para nuestra desgracia, lográndolo; y, finalmente, hay una mayoría que trabajaría mejor -no confundir más con mejor- si se les dotara de una estructura, una organización y unos medios más razonables y eficientes. Y en ello parece que estamos. Insisto: escepticismo es lo que me provoca el tema. Si, obviando a los que se niegan a trabajar, se lograra sortear a la minoría de bloqueo, quizá, y solo quizá, habría alguna posibilidad de éxito.

De todos modos, siempre queda la solución ya adoptada con anterioridad: pagamos el informe y lo metemos en el fondo de un cajón. Y continuamos como siempre, que es lo malo conocido.

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