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Exprofesor de Biología y Geología de Educación Secundaria y exasesor en la Consejería de Educación

Las encrucijadas en la educación

Reflexiones ante el inicio del curso académico

"Los grandes cambios sociales que dieron sentido a la escuela de masas, el paso al Estado-nación, a la sociedad industrial, al medio impreso y a la cultura de la modernidad, dan ahora paso a una nueva época global, postindustrial, digital, líquida". Esta sugerente y tan actual cita es del sociólogo Mariano Fernández Enguita, que en mayo ofreció en Langreo la conferencia "La educación en la encrucijada", en un acto de la Universidad de Oviedo y Cauce del Nalón, con la colaboración el Ayuntamiento de Langreo y el Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas. Y el título de su conferencia responde al de su último libro, un auténtico manual en el que resume hasta siete encrucijadas a las que considera que está sometida la política educativa: la globalización, la superación de la imprenta por la digitalización, una época transformacional, neomoderna, el rechazo escolar y la desescolarización, la sobreabundancia de información y el entorno digital, el nuevo lugar de la profesión docente y las nuevas desigualdades, que se desarrollan en otros tantos capítulos con los que organiza su libro. Lo que declara haber tratado de hacer en su manual es tan solo "aportar elementos de recapitulación del pasado, diagnóstico del presente y prospectiva del futuro que contribuyan a liberar el debate de la estrechez de lo políticamente correcto y de las retóricas impuestas por grupos de intereses" y considero que lo logra, que consigue un manual de lectura imprescindible sobre todo para el profesorado y las familias.

El conferenciante, Mariano Fernández Enguita, es una persona que posee un amplio conocimiento sobre la evolución y los cambios acaecidos en el sistema educativo. Sociólogo de formación, catedrático en la Universidad Complutense de Madrid. Buena parte de su investigación ha estado dedicada a la educación, en particular a las desigualdades escolares, la organización de los centros, la participación social, la profesión docente y la política educativa y autor de innumerables libros y artículos en revistas especializadas, con títulos tan sugerentes como "La mitad del cielo y tres cuartos de la tierra: En torno a la feminización de la docencia" o "Pero... ¿qué querrán? El estatus del profesorado y el tópico del reconocimiento".

Algunos pensamos, que efectivamente, la educación se encuentra ante una gran encrucijada, esa que se define como una situación difícil en que no se sabe qué conducta seguir y ante la que el autor opina que "La escuela vive una crisis institucional que afecta a sus funciones, a su relación con el entorno y a su estructura interna, a la vez que una transformación radical de su público, el alumnado, es acompañada por el anquilosamiento de su principal agente, el profesorado. Sus grandes promesas sociales, la igualdad y/o la meritocracia, resultan fallida la una y falaz la otra".

Mariano Fernández Enguita, en toda su trayectoria profesional, ha mantenido posturas controvertidas, incómodas y una de las que le resultó más difícil de mantener es la de la profesionalidad docente en relación a la escuela pública, pues siempre fue poco contemporizador con el corporativismo docente. Recuerdo un artículo en Cuadernos de Pedagogía en los años noventa que suscitó una larga discusión en el tiempo y en los formatos.

Al final del libro, en el postfacio, plantea la necesidad de alcanzar un compromiso social por la educación, compromiso entendido como "la asunción como propios de los fines de la institución en todos los ámbitos y niveles: los fines más generales expresados en las leyes educativas, las políticas públicas legítimamente formuladas, los proyectos de centro, los objetivos derivados para el aula y las potencialidades de cada alumno". Aquí me rememora a lo planteado por el insigne pedagogo Paulo Freire cuando denunciaba la postura de los que abanderan la imposible neutralidad, que supone el compromiso consigo mismo, con sus intereses o los intereses de grupos a los cuales pertenecen.

Nuestro sistema educativo ha conseguido en estos últimos treinta años conquistas como la ampliación de la enseñanza obligatoria hasta los dieciséis años, la enseñanza inclusiva, la incorporación de nuevas figuras profesionales en la orientación y el apoyo escolares, la oferta del primer ciclo de la educación infantil, la incorporación de las TIC, o considerar la formación permanente del profesorado como un derecho. Pero estos logros no están generalizados ni consolidados y todavía deben atenderse, como pone en evidencia la elevada tasa de abandono prematuro de nuestros jóvenes (no culminación de la secundaria superior) o nuestras impresionantes tasas de fracaso (no titulación) en la enseñanza obligatoria, acompañados de la absurda e inútil insistencia en la repetición de curso, que alcanza a cuatro de cada diez adolescentes.

También defiende la evidencia de que a mayor situación de pobreza y marginación, menor éxito escolar, pero que una de las claves del éxito escolar es el apoyo familiar capaz académicamente; por tanto no es tanto el nivel económico familiar el que garantiza este éxito, como el nivel académico y capacidad de apoyo familiar que resulta un factor crucial para compensar las desigualdades.

Otra cuestión de actualidad, que sin duda está muy presente, es el denominado pacto por la educación, que ahora de nuevo cuando se avecina una nueva campaña electoral todos los partidos dirán aspirar, llámese pacto nacional, social, de Estado o pacto a secas. Mariano Fernández Enguita comentó entonces que lo habitual es achacar a los demás su imposibilidad, en particular a los partidos políticos, al mismo tiempo que cada uno señala sus líneas rojas: coeducación, libertad de elección, inmersión lingüística, escuela pública, jubilación anticipada... En la última legislatura del PSOE ya pudimos comprobar cómo a pesar de los ingenuos intentos de Ángel Gabilondo, el PP boicoteó hasta la aplicación de la reforma en 4º de la ESO para imponer, con su rodillo parlamentario, la nefasta LOMCE, que tanto nos costará derogar.

El gran objetivo que se planteó entonces el conferenciante y que sigue suscitando la lectura de su libro "La educación en la encrucijada", es abrir el debate sobre qué educación queremos y podemos tener.

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