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Dando la lata

En el espejo

Y allá, a las tantísimas de la madrugada, acodados sobre la barra del Stella, va "el Sosio" y me dice: "No bebas más, que te veo borroso". Y fue tal la gracia que le hizo su propio comentario que se trastabilló, perdió el equilibrio y fue a caer en un hueco estrecho sobre un montón de cajas de refrescos. Despanzurrado pero sin derramar ni una sola gota de su gin-tonic. Genio y figura.

Y es que tenemos tendencia a ver e interpretar el mundo exclusivamente a través de nuestros ojos, aunque estemos gravemente equivocados. El "Sosio" pensaba que mi estado borroso tenía su causa en mí y no en él, y el medio litro de ginebra que le corría por la venas. Como el conductor peligroso que insulta al resto por no saber conducir. Como el alumno al que, vaya casualidad, los profesores siempre tienen manía. Porque no acabamos de enterarnos de que buena parte de nosotros mismos es lo que reflejamos, la imagen que damos, la impresión que causamos. Todos creemos estar en posesión de la razón. Todos estamos convencidos de que el mundo que nos rodea se explica a nuestra manera, según la percepción de nuestro cerebro. Y mientras no nos abramos, ahí permaneceremos, convencidos de ser y entender del único modo posible. Y eso le ocurre también a los partidos políticos de los que algún ejemplo muy significativo tenemos en las proximidades. En su ensimismamiento, en su unilateral visión de la vida, en su propia, exclusiva y excluyente manera de explicar el devenir de la sociedad y de su formación reside su tremendo alejamiento de la realidad. Egocentrismo puro y duro, que conduce irremediablemente a la soledad, a la incomprensión. Porque no se trata sólo de preguntarnos quiénes somos, sino también quiénes somos para los demás, cómo somos percibidos por los que tenemos delante.

Hace un tiempo una chica me dijo que durante años no se había atrevido a hablar conmigo por considerarme un tipo distante. Nada más lejos de lo que yo pensaba de mí mismo. Pero, al final, ¿qué es lo que cuenta? Evidentemente, la opinión de la chica, que me situó frente a un espejo que yo no miraba.

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