Ya perdí la cuenta de las veces que a través de estas páginas de LA NUEVA ESPAÑA reflejé el calamitoso estado en que se encontraba el río Montés, en todo su recorrido, básicamente a su paso por Lada. La última fue hace unos meses, con el titular de "el bosque Montés", pura ironía, con imagen gráfica clarificadora.
Con las esperanzas ya perdidas, después de décadas de abandono total, estos días atrás lo han maquillado un poco -desde el entorno de la Fuente del Güevu hasta que se pierde de vista a la altura del Ponticu- talando las decenas de árboles que se encontraban en su cauce, desbrozando los arbustos que impedían contemplar el agua, y a la par, retirar las mil y unas porquerías que los impresentables arrojan alegremente. Lo cierto es, que dentro de un orden, da gusto ver como el río serpentea entre lo que queda por complementar, que no es otra cosa que la limpieza a fondo, -esa es otra- y localizar de nuevo a los patos buscándose la vida, río arriba, y abajo.
Ignoro si la limpieza fue porque "tocaba", se pusieron les piles, o vayan ustedes a saber, da igual. Pero? como digo en el titular, no esta mal, pero habrá que poner matices. Con independencia del lavado de cara actual, necesita un dragado a fondo para eliminar todo lo acumulado en sus orillas desde Adán y Eva -exagerado, pero por ahí- porque no tardando estaremos en las mismas. Por otra parte, en varios tramos del río, quedaron troncos sin retirar, que son barreras para ramajes, y objetos varios. Problema a solucionar. Desde la perspectiva de "que menos da una piedra" no por ello debemos dejar de estar atentos a todo lo pendiente de mejorar, ya que puestos en gastos, las cosas hay que hacerlas bien, sobre todo cuando llevamos desde tiempos inmemoriales pendientes de ello. Porque si al final la cosa va a quedar tal cual, de sobra se sabe que el maquillaje tiene tiempo de caducidad, y para este breve viaje sobraban alforjas. O eso me parece.
