El presente panorama social y político que tenemos en España, así como las actuaciones del Gobierno del PP y las vicisitudes del partido inducen, obligatoriamente, a reflexionar sobre el voto al Partido Popular, reflexión que lleva implícita la pregunta a las personas que libérrimamente ha optado por dárselo a dicha organización política. Se hace muy difícil argumentar el porqué de ese voto y de esa confianza hacia una organización que está llevando a España a la miseria económica y social y que tiene el dudoso honor de constar con más personas imputadas por corrupción y actuaciones ilegítimas de la democracia española.
Sería interesante que ese voto se explicara en qué principios se basa y qué criterios de reflexión ética se tienen para depositarlo a un partido que desde antaño tan solo se preocupa del enriquecimiento de sus élites a costa de arrinconar la decencia y la honestidad. Cuyo ideal básico y por el que se rige es el despotismo más absoluto, obviando la idea de un Estado social y democrático de derecho que debería propugnar como valores incuestionables la libertad, la igualdad y la justicia, todos ellos ausentes de su gobierno y actuaciones.
No parece una insolencia o una impertinencia hacia ninguna persona del partido mencionado (sabiendo que no todas son iguales) manifestar que el voto al PP se ha convertido en cómplice de unos saqueadores descubiertos en el ejercicio de una extensa organización sobre la corrupción y que sin reconocerlo actúan y se manifiestan de forma altiva y soez; la penúltima actuación de la señora Cifuentes y los aplausos que ha suscitado en el último cónclave de los conservadores son un ejemplo de la patética actuación para con el pueblo español, demostrando así su actitud arrogante e imperiosa. Nunca mejor la pregunta: ¿De qué se ríe, señora?
Es complejo vislumbrar desde una inteligencia normal qué razones pueden llevar a optar y ponerse del lado de quienes están acentuando cada vez más las desigualdades sociales impidiendo la subsistencia de la mayoría de la gente honesta y trabajadora, que de ese modo no verán un futuro próspero y digno; se hace incomprensible alcanzar y entender en base a que razonamientos morales se decide un voto hacia un partido que a todas luces no es la mejor opción para encauzar las riendas de un país a la deriva en el que no se vislumbra ni un ápice para la esperanza.
Una esperanza hurtada a las generaciones venideras que estarán impedidas para contribuir a la creación de un país en el que la aspiración a la realización personal y el sostenimiento vital de acuerdo con las necesidades humanas serán truncadas en beneficio de unas élites corruptas y egoístas. Una esperanza donde todas y todos seamos libres para decir lo que pensamos sin miedo a ser juzgados por ello, donde los que gobiernen en el futuro entiendan la política como instrumento para velar por la necesidades de las gentes y no para su beneficio personal, como está ocurriendo, apropiándose de lo que es de todos. Donde se respete la memoria de aquellas personas que en un momento de la historia de este país fueron masacradas por una dictadura que tal parece no le hacen ascos los actuales gobernantes y dirigentes del PP.
Las cosas pueden cambiarse si se desea cambiarlas. No desesperemos. Es posible vivir de otra manera que sea mejor que la actual. Tiene que ser, necesariamente, mejor y más justa.
Decir, para finalizar, que no seré yo el que indique el voto a alguien, no. Mi incondicional respeto democrático hacia cada voto es total. Sin embargo, la democracia que defiendo es que ese respeto a la persona que vota no lleva implícito compartir la decisión de ese voto. Es sencillo de entender: ese voto, al menos hasta ahora, muestra desgraciadamente algo que ya hemos vivido, muestra un retroceso a tiempos oscuros, demasiados vistos en la historia de esta "patria", llamada España. Yo, seguro que con otras personas, voy/vamos a intentar que este país, no sea el del PP, de los de siempre. Sino otra España.
